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R. C.
Sábado, 22 de enero 2022, 22:38
La cumbre de Ginebra entre los jefes de la diplomacia estadounidense y rusa, Antony Blinken y Serguéi Lavtov, parece haber aliviado someramente la tensión en la nueva 'guerra fría' del este. El hecho de que los dos enviados acordaran el viernes continuar por la vía ... del diálogo cuando la comunidad internacional aguardaba todo lo contrario, una ruptura total de la baraja y el advenimiento de un escenario cuasibélico, dio este sábado esperanzas a la ONU de que «no se produzca» una invasión rusa en Ucrania, según manifestó su secretario general, Antònio Guterres.
La sensación de que la negociación puede imponerse a las armas se incrementó también con el sorpresivo anuncio del ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, de que había aceptado una invitación para reunirse en breve con su homólogo británico, Ben Wallace. Fuentes del Ministerio de Defensa británico señalaron, por su parte, que el encuentro les permitirá analizar la crisis en la frontera de Ucrania. «El secretario de Defensa se alegra de que Rusia haya aceptado la invitación para hablar con su homólogo», añadió. La última reunión bilateral entre los dos países se remonta a 2013 en Londres.
Blinken se comprometió en Ginebra a responder por escrito al Gobierno ruso sobre sus exigencias en el este; especialmente, que la OTAN se retire de Rumanía y Bulgaria y no instale bases en las antiguas repúblicas soviéticas como Ucrania. El jefe de la diplomacia norteamericana y su homólogo volverán a reunirse en fechas próximas. Analistas de varios medios sopesaron este sábado que esta «franca y útil» conversación entre los representantes de ambas potencias y la apertura de Rusia y Occidente a celebrar otros encuentros, como el previsto ruso-británico, podrían marcar el inicio de una nueva etapa en las negociaciones algo más flexible y menos belicista.
De hecho, el Gobierno de Reino Unido ha anunciado que está dispuesto a explorar «todas las vías para lograr la estabilidad y la resolución de la crisis ucraniana». Aunque también es cierto que la ministra de Asuntos Exteriores, Liz Truss, advirtió el viernes a Moscú de que corre el riesgo de verse envuelto en un «terrible atolladero» si se decide a invadir el país vecino.
En cualquier caso, las espadas siguen en alto por parte de todos los actores. Estados Unidos y Canadá disponen ya de un catálogo de sanciones contra Rusia de aplicación «inmediata» en caso de un fracaso absoluto de la vía diplomática. La Unión Europea también prepara las suyas. La pretensión de discutirlas este lunes durante una reunión extraordinaria del Consejo indica que Bruselas mantiene la desconfianza y la vigilia total frente al Kremlin.
Y en Ucrania tampoco se baja la guarda. Mientras cientos de ciudadanos celebraron ayer con una marcha el 'Día de la Unidad', el aeropuerto de Kiev recibió la primera remesa de 90 toneladas de armas y municiones proporcionadas por Estados Unidos. La partida forma parte de una ayuda que la Casa Blanca aprobó en diciembre, en un momento especialmente tenso de la crisis, y que fue dada a conocer esta semana por Blinken.
Alemania también se ha comprometido a enviar un hospital de campaña, pero no armas. La negativa ha despertado el malestar del ministro ucraniano de Asuntos Exteriores, Dmytro Kuleba, que en unas desacertadas declaraciones acusó a Berlín de «socavar la unidad» y de «alentar a Vladimir Putin».
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