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La esencia es la misma. Pero no la concreción. El ultimátum de ocho días que los gobiernos de España, Alemania, Francia y Reino Unido lanzaron el pasado sábado al régimen de Nicolás Maduro (o elecciones «libres, transparentes y creíbles» o reconocimiento inmediato de Juan Guaidó ... como presidente legítimo del país para que sea él el que las convoque) no se recogió en los mismos términos en la declaración que, horas después, se hizo pública desde Bruselas. Ésta marcaba la postura común de los 28 Estados miembro. Pero cambiaba el plazo límite a esos comicios por «próximos días» y «urgentemente». Son matices. Pero en la UE, los matices son importantes.
La contundencia no es la misma. Y eso genera incertidumbre sobre si habrá una estrategia compartida cuando venzan los ocho días o varias capitales actuarán por separado. Ya se ha reabierto el eterno debate sobre la unanimidad. Que las posiciones del club en política exterior requieran del consentimiento de todos los socios, ¿es una garantía o es un lastre?
En este caso, más bien lo segundo. Hoy el portavoz jefe de la Comisión Europea, Margaritis Schinas, recordó con un «ahora ven por qué» Jean-Claude Juncker ha solicitado varias veces que la voz de la UE emane de mayorías cualificadas en diferentes áreas. El propio Pedro Sánchez lo defendió en su discurso sobre el futuro de Europa en la Eurocámara de Estrasburgo hace quince días: «Es necesario eliminar la regla de la unanimidad; no sólo en materia de política exterior, también en fiscalidad, presupuesto plurianual y mecanismo de verificación del respeto al Estado de Derecho y de los Derechos Humanos».
Desde que estalló esta crisis en Venezuela, la posición común ha quedado eclipsada por las disonancias en la mesa de reuniones de ministros y embajadores en Bruselas. Por la confrontación entre las posturas más proactivas de España, Alemania y Francia con el autoproclamado presidente interino, y los recelos al intervencionismo de Austria, Italia o Grecia. Filias y fobias ideológicas y presiones domésticas han quitado peso a las dos declaraciones de condena lanzadas por la alta representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Federica Mogherini.
Hoy su portavoz, Maja Kocijancic, tuvo que remarcar que no aprecia «diferencias o incompatibilidades» entre el texto común del sábado y lo dicho desde Madrid, Berlín, París y Londres (también los gobiernos de Holanda y Portugal avalan el 'deadline' de ocho días). «Lo que está claro es que la UE está dispuesta a apoyar la restauración de la democracia y el Estado de Derecho en Venezuela, en línea con su Constitución» y eso incluye el «reconocimiento del liderazgo del país» y, en definitiva, de la legitimidad de Guaidó. Pero no precisó si vencido el plazo habrá reconocimiento expreso o se optará por otras vías como la de las sanciones económicas.
La espera, en todo caso, no será larga, este jueves por la tarde, los ministros de Exteriores se reúnen en Bucarest en un encuentro informal con todas las opciones abiertas sobre Venezuela, incluida la del grupo de contacto promovida por España con países de la región para favorecer el diálogo entre Maduro y Guaidó. La presión del bloque sobre Caracas se redoblará. «El 'status quo' (en Venezuela) no es sostenible. Hay deterioro social, económico, político y hay una crisis humanitaria», se insiste desde el Ejecutivo comunitario. ¿Pero la cuenta atrás será válida para todos?
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