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Karen Pinto Garzón
Jueves, 10 de septiembre 2020, 13:05
Los inocentes siguen derramando sangre en Colombia por culpa de la cocaína. Más de 200 personas, la mayoría jóvenes y niños, han sido asesinadas en lo que va de año en medio de brutales matanzas ejecutadas por grupos criminales que se disputan el ... liderazgo en las zonas de producción y exportación de la droga. Porque como el mismo presidente Iván Duque dijo hace unas pocas horas al pronunciarse sobre la espiral de la violencia: «Con más coca, menos paz».
Esta situación mantiene al pueblo colombiano en luto, cuya indignación ha estado contenida hasta el la anterior semana por tener la cuarentena estricta más larga del mundo, con un total de 159 días de confinamiento. Una disposición que detenía el pronunciamiento masivo en contra de la ola de violencia y de la «inacción» del Gobierno. Pero ya no se puede contener. Una gran marcha a nivel nacional ha sido convocada por las organizaciones sociales para el 21 de septiembre en distintos puntos del país, ya sea en las calles con medidas de bioseguridad o a través de cacerolazos.
Será un grito de desesperación ante la impunidad, pues de las 55 matanzas, tres de ellas en menos de 48 horas, muy pocas se han esclarecido. La Fiscalía ha dicho que siete de los homicidios múltiples se han resuelto tras las investigaciones, dejando a 17 personas judicializadas, una de ellas una importante cabecilla de la guerrilla del ELN (Ejército de Liberación Nacional). Además, Franciasco Barbosa ha asegurado que los asesinatos se deben fundamentalmente al tráfico de estupefacientes.
La violencia, el acelerado aumento de las plantaciones de coca, la furia del pueblo y las llamadas de atención de los organismos internacionales acorralan a Iván Duque por una situación que se le ha ido de las manos. Tras dos años de Gobierno, gran parte delos informes sobre su gestión son negativos y la aprobación de su gestión ha bajado drásticamente a un 38%, según Gallup Poll, mientras que el 88% de los colombianos cree que ha aumentado la inseguridad en el país.
Desde 2016, año en el que se firmó el acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC), no se escuchaban masacres tan seguidas. La desmovilización de la guerrilla más grande del país hizo que varias zonas en las que mantenían su poder se queden sin liderazgo. Y es precisamente ese uno de los motivos que los líderes le achacan a Duque: no haber retomado el gobierno de las regiones que las FARC abandonaron y que hoy, al parecer, padecen de la ausencia del Estado. No haber dinamitado rápidamente a los demás grupos criminales en las regiones de conflicto ha hecho que en la actualidad batallen por el mando guerrillas, paramilitares y otros grupos narcotraficantes, dejando a su paso a cientos de víctimas.
No es que dentro del país sus líderes no digan nada, pese al miedo lo hacen, pero arriesgan su vida. Cuando alguien alza la voz en zonas de conflicto lo más probable es que les maten, desde la firma del convenio de paz han acribillado a más de 900 líderes sociales y de derechos humanos y a más de 230 exguerrilleros que abandonaron la guerra.
Las recientes detenciones de la Fiscalía forman parte del plan de acción que el Gobierno lanzó la semana pasada para mitigar los asesinatos masivos y esclarecer rápidamente los motivos. Hace poco también se anunció el plan 'Colombia Crece' con el apoyo de Estados Unidos, que supone la inyección de capital en las zonas de conflicto para intentar erradicar los cultivos de coca y ayudar financieramente a los desplazados de sus tierras y a los campesinos que les obligan a sembrar dicha planta para que tengan oportunidades fuera de esa realidad.
Lo cierto es que parece que Colombia ha vuelto al pasado. Aquellos días negros cuando los narcotraficantes tenían más mando en ciertas ciudades que el propio Gobierno. La intensificación de los conflictos armados supone el debilitamiento del acuerdo de paz con las FARC que ya está dividida, porque tiene disidentes, muchos de ellos cabecillas importantes que siguen reclutando guerrilleros. Los días en que se escuchaban matanzas de forma continua han vuelto para poner al pueblo colombiano de luto.
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