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El sábado, en su discurso ante el comité federal del PSOE marcado por la diatriba en torno a la financiación singular para Cataluña, el presidente Sánchez deslizó un llamativo elogio, calificándolo de «héroe al que España no va a abandonar», a Edmundo González, el candidato de la oposición a la Presidencia de Venezuela en paradero desconocido desde el 30 de julio y sobre el que pesa una orden de detención del régimen de Nicolás Maduro por haber divulgado las actas electorales digitales que le otorgan la victoria que el 'chavismo' le niega.
Ayer, en plena madrugada, un mensaje del ministro de Exteriores, José Manuel Albares, tradujo y dio sentido a la alabanza de su jefe: González volaba desde Caracas al aeropuerto madrileño de Torrejón de Ardoz, en un avión de las Fuerzas Áreas españolas, para recibir el asilo político solicitado por el cabeza de cartel de la disidencia venezolana que pilota, aún dentro del país, María Corina Machado, tras refugiarse el jueves en la Embajada en Caracas y después de estar acogido un mes en la de Países Bajos.
La reacción de la líder inhabilitada por el Ejecutivo de Maduro, una vez que su septuagenario compañero ya había aterrizado en suelo español acompañado por su mujer y el secretario de Estado de Exteriores, Diego Martínez Belío, y donde tiene una hija ya residiendo, describió la inquietante complejidad de la situación. Machado constató que la vida de González «corría peligro por «la brutal ola de represión» de Maduro, cuyo autoproclamado triunfo no reconocen ni España ni la UE ni EE UU ni buena parte de la comunidad internacional, y se afanó en prometer que su correligionario en la «diáspora» y ella en su patria seguirán luchando para que prevalezca su «histórica» victoria en las presidenciales del 28 de julio. Dos días después, González se evaporó por temor a las represalias del régimen, cuyo Consejo Nacional Electoral avala a Maduro frente a las crecientes sospechas de fraude. Incluidas las de España, que ayer volvió a exigir al Gobierno de Caracas, por boca de Albares, que publique las actas al detalle y justificó la concesión del asilo en defensa de «los derechos políticos y la integridad física de todos los venezolanos».
Edmundo González, a solicitud suya, vuela hacia España en un avión de las Fuerzas Aéreas españolas.
— José Manuel Albares (@jmalbares) September 8, 2024
El Gobierno de España está comprometido con los derechos políticos y la integridad física de todos los venezolanos.
España acoge a Edmundo González.
— Ministerio de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación (@MAECgob) September 8, 2024
Edmundo González ha despegado de Caracas en dirección a España en un avión de las Fuerzas Aéreas españolas.
🔗https://t.co/qwMUVt0oZ0 pic.twitter.com/85hWhe7eaL
Ni el Ejecutivo de Sánchez ni el PP de Alberto Núñez Feijóo cuestionan el riesgo de acabar encarcelado que amenazaba a González; tampoco difieren al privar de legitimidad al triunfo electoral que se atribuye el 'chavismo'. Pero la crisis venezolana se ha erigido este verano como un nuevo disenso en la larga lista de ellos que suman socialistas y populares -estos dijeron sentirse abandonados por el Gobierno cuando una delegación encabezada por Esteban González Pons invitada por la oposición para monitorizar las elecciones fue expulsada por las autoridades venezolanas-; disenso que la concesión del asilo a González agudizó ayer, tras la que el partido de Feijóo atisba una negociación encubierta con el régimen y mediación opaca del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero que el Ejecutivo no solo niega. Albares, de viaje oficial en China con Sánchez, tachó en TVE de «bulos y tonterías» la «irresponsable» posición del PP, llamada solo a «desgastar al Gobierno, y llegó de imputarle desconsideración hacia un hombre de 76 años perseguido por la oficialidad de su país.
«¿Creen que teníamos que haber dicho que no?», retó el ministro a sus rivales a responder, ante la solicitud de amparo requerida por González, al tiempo que, al igual que el PSOE, sacó a coalición unas declaraciones de Isabel Díaz Ayuso abogando hace unos días por la adopción de esta misma medida. Desde su convicción de que Sánchez ha transaccionado la salida del opositor con el 'chavismo' apoyándose en «los oficios corruptos» de Zapatero -tuit de González Pons-, los populares creen que sacarlo de Venezuela «sin reconocerlo presidente legítimo no es hacerle un favor a la democracia, sino quitarle un problema a la dictadura».
El expresidente Zapatero ha desempeñado desde hace años un papel importante en la salida de varios detenidos políticos del régimen venezolano. Ya lo fue, por el ejemplo, en el caso de Leopoldo López. Ahora bien, desde Moncloa han querido puntualizar que en modo alguno opera como un «enviado», «mediador», «negociador» o «embajador en la sombra» de España.
«Lo mismo haría Cuba si se le pide», remató el vicepresidente del Parlamento Europeo, al que Cayetana Álvarez de Toledo apuntaló subrayando que «el puente de plata» no debería ser para «el presidente electo», sino para «el usurpador criminal». Albares admitió que solicitar asilo es siempre «una mala noticia», evitando polemizar con el quejido expresado por el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell. El ministro, sin decirlo por sus letras, se escudó en la posición de la UE y aparcó un reconocimiento de González tras recordar que ya se hizo con Juan Guaidó, «lo que supuso mucha energía y fue improductivo».
Ante el periplo de González, que partió de Caracas en un avión de la Fuerza Área española con escalas en la República Dominicana y Azores -en lo que el PP ve la prueba del pacto, dado que eso precisaría «autorización de sobrevuelo y aterrizaje» en el país latinoamericano-, las autoridades venezolanas remarcaron su autoridad. La vicepresidenta Delcy Rodríguez confirmó que se había concedido «el salvoconducto» a González tras «los contactos pertinentes» con España y de acuerdo a «la legalidad internacional», algo en lo que incidió el fiscal general, que dijo estar al cabo de la calle de todos los movimientos del opositor al que persigue. Desde el Gobierno español, el ministro Albares aclaró que «no ha habido ningún tipo de contrapartida, ningún tipo de negociación política entre gobiernos» para favorecer la salida del líder opositor venezolano.
En las primeras declaraciones hechas públicas desde su llegada a España, Edmundo González aseguró ayer que su salida de Caracas «estuvo rodeada de episodios de presiones, coacciones y amenazas de no permitir mi salida». El equipo del candidato opositor a la Presidencia difundió una grabación de audio de 41 segundos en la que este agradece las «expresiones de solidaridad recibidas» de muchos de sus compatriotas y confía en que «próximamente continuaremos la lucha por lograr la libertad y la recuperación de la democracia en Venezuela».
«Un abrazo fuerte para todos», concluye el mensaje de quien hace solo unos días era tratado por Nicolás Maduro de «criminal de guerra». El madatario bolivariano tachaba a su vez a María Corina Machado de «salvaje demonia». Les acusaba de provocar las protestas en Venezuela tras las dudas sobre los resultados electorales en los que el líder chavista se autoproclamó vencedor mientras la oposición publicaba unas actas electorales para demostrar la victoria del candidato González.
Pero ahora, su petición de asilo político ha causado una sorpresa mayúscula. Especialmente, porque hay fuentes que aseguran que el Gobierno de Maduro habría llegado a acuerdos con el candidato, después de haberlo retado a enfrentarse en la calle. Maduro estaba dispuesto a encarcelar al exdiplomático (75 años). Sobre él se había lanzado una orden de arresto de la Fiscalía, que lo había citado en tres ocasiones por presuntos delitos vinculados a la publicación en Internet de las actas electorales que confirmaban el fraude electoral.
Edmundo González, que tiene una hija viviendo actualmente en Madrid, había sido hasta hace unos meses un hombre completamente desconocido al que María Corina Machado, inhabilitada para presentarse a las elecciones, le cedió la candidatura a la presidencia. Es profesor y escritor con un trabajo intelectual de cierta extensión a sus espaldas. Habla cuatro idiomas y trabajó en la incorporación de Venezuela a Mercosur, además de haber sido secretario 'pro tempore' de la Cumbre Iberoamericana de Naciones que se organizó en la Isla de Margarita en 1997.
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