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Ivia Ugalde
Martes, 7 de septiembre 2021, 19:36
Jair Bolsonaro transformó este martes las conmemoraciones por el Día de la Independencia en una rebelión en toda regla contra el Tribunal Supremo de Brasil. Arengando a sus seguidores, que salieron a las calles de las principales ciudades del país por decenas de miles, el ... presidente ultraderechista libró un nuevo pulso de envergadura sin precedentes contra los magistrados que han abierto investigaciones contra él y su entorno. «No podemos aceptar más prisiones políticas. O el jefe de ese poder encuadra a los suyos o ese poder puede sufrir aquello que no queremos», advirtió en una nutrida manifestación en Brasilia, sin detallar sus represalias.
Los exaltados ánimos de cientos de convocados que intentaron invadir la sede del Supremo avivaron los temores de un asalto como el que protagonizaron en el Capitolio de Estados Unidos el 6 de enero simpatizantes de Donald Trump. Los ultraderechistas pudieron ser contenidos por barreras policiales que cortaron el paso a camiones que la noche del lunes avanzaban por la simbólica Explanada de los Ministerios, que concentra las sedes del poder judicial y el legislativo. Nuevos intentos ayer llevaron a los agentes a emplear gases lacrimógenos para dispersarles.
Bolsonaro, lejos de condenar los ataques, se posicionó al lado de sus afines, al igual que Trump en su día. El excapitán del Ejército, de 66 años, un nostálgico de la dictadura militar (1964-1985), avisó de que las protestas de ayer constituían un «ultimátum» para los miembros del Supremo que han tomado decisiones «inconstitucionales» contra su Gobierno. En concreto, han iniciado pesquisas contra el mandatario por la difusión de noticias falsas y amenazas a la democracia que ya han llevado a la cárcel a varios activistas de extrema derecha. Asimismo, el Congreso y la Justicia también han rechazado un intento del presidente de introducir recibos de votación en papel como respaldo de un sistema de votación electrónica que, según él, es vulnerable al fraude. Sin embargo, desde que se adoptó en 1996 no ha recibido ni una sola denuncia.
A pesar de que las movilizaciones habían sido promovidas con el pretexto de defender la «libertad», las intenciones reales parecían radicalmente opuestas. Prueba de ello eran los eslóganes de los manifestantes, que exigían una «intervención militar», la destitución de los miembros del Supremo y el cierre de las instituciones. Para los críticos, está claro el objetivo de Bolsonaro, que afronta su nivel más bajo de popularidad por su gestión de la pandemia y la crisis económica. Según ellos, busca sembrar dudas para cuestionar los resultados de las elecciones del año que viene, cuyas encuestas arrojan que pierde ante el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, si bien ninguno ha confirmado su candidatura.
«Si pierde, sabemos que hubo fraude», aseguraba Monica Martins, una abogada de 51 años, que este martes protestaba en Río de Janeiro en favor del líder ultraderechista. En esa ciudad fueron miles los que desfilaron en la playa de Copacabana con banderas brasileñas. En Brasilia, desde el fin de semana, una multitud llegada de varios puntos comenzó a congregarse. El desfile que protagonizaron fue observado desde un helicóptero por Bolsonaro, que luego acudió en coche al encuentro de sus afines en la Explanada de los Ministerios luciendo la banda presidencial.
La mayor de todas las protestas se esperaba en la tarde (madrugada del martes en España) en Sao Paulo. Hasta allí se desplazó el presidente tras participar en los actos de la capital. Según advirtió, la marcha en la ciudad más poblada del país sería, sin duda, la más grande en la historia de Brasil. Miles de personas ya se habían congregado desde la mañana en la emblemática avenida Paulista. A tres kilómetros de allí, en Vale do Anhangabau, estaba prevista la principal protesta opositora bajo el lema 'Fuera Bolsonaro'.
Entre los temores de los expertos en seguridad estaba la posible presencia entre los manifestantes de policías armados, una clase que apoya ampliamente al presidente. De hecho, una encuesta publicada el domingo por el periódico 'O Globo', reveló que el 30% de los agentes tenían intención de salir a las calles ayer, a pesar de que el reglamento les prohíbe ser parte de protestas políticas, incluso en sus días libres.
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