Dilma: Dramático fin de partida

En el ambiente pestífero creado en torno al mundo paralelo de corrupción en la gigantesca empresa estatal "Petrobras", primer proveedor de fondos del país y en el inicio, entonces más embrionario y ahora explícito, de una cruda recesión económica, sus adversarios vieron una ocasión única de desembarazarse de ella y verla sustituida por su vicepresidente, Michel Temer, del "Partido del Movimiento Democrático Brasileño", clásico hombre de todas las situaciones, septuagenario dúctil y oportunista, lejos de las opciones ideológicas de su jefa.

Con movimientos técnicamente legales y las requeridas mayorías parlamentarias, se abrió el proceso del impeachement, su sustitución en una maniobra de origen parlamentario pero con el imprescindible aval y el protagonismo final del Tribunal Supremo. Tras su apartamiento cautelar en mayo y con todos los trámites cubiertos, Dilma fue finalmente despojada de su cargo por la mayoría requerida: 61 votos a favor y 20 en contra.

El fin del "lulismo"

En paralelo se ha intentado también una maniobra letal contra el descubridor y mentor político de Dilma, el ex-presidente Lula da Silva, el carismático presidente entre 2002 y 2008, los años del "boom", el crecimiento y el éxito de su "Partido de los Trabajadores" que, tras largos años de combate político, había cambiado hasta hacerlo irreconocible el paisaje político-institucional del país.

Lula está siendo investigado por presuntos delitos de corrupción también en el universo de la insoslayable Petrobras, pero su definitiva caída en desgracia no es ni tan urgente ni siquiera imprescindible. Es mucho más práctico y, visto lo visto, sencillo haber convertido a Temer en jefe del Estado. El, tanto por convicción como por necesidad, no vacilará en adelante en administrar la que parece brutal cura de austeridad que se dispone a aplicar el ministro de Hacienda, Henrique Meirelles, reconocido liberal nombrado en mayo, cuando arreciaban la crisis y la presión del FMI y del consenso de los economistas nacionales.

La crisis económica, en efecto, sin ser la causa directa de la crisis política que ha llevado a la afrentosa destitución de la presidenta, creó un caldo de cultivo favorable a la misma porque el aumento incesante del desempleo, el crecimiento cero e incluso negativo (que obliga a cancelar todo ensayo de nuevos presupuestos capaces de abordar las políticas de cobertura social) han hecho bajar brutalmente la fidelidad al dúo Lula-Dilma de la clase obrera convencional y la nueva clase media emergente. Ha debido ser muy duro para ella haber comprobado lo poco concurridas que han estado las manifestaciones convocadas en su favor...

Temer será presidente hasta diciembre de 2018 y es, con sus 75 años, el más viejo de los jefes de Estado en ejercicio en la historia del país. Optimista, creativo y dúctil hasta decir basta, hará todo lo necesario para mantener los viejos equilibrios que han caracterizado a la vida política profesional brasileño. Un agua en el que él nada como nadie y en la que tal vez pueda rehacerse Dilma porque -- y no es pequeño detalle a cargo de sus severos jueces -- no ha sido también condenada a quedar invalidada para ocupar un cargo público. No sería del todo raro que antes o después, reapareciera ...