Protesta en defensa de la dignidad de Chagos. AFP

El Reino Unido renuncia a su última colonia en África a cambio de mantener una base militar

Mauricio recupera así Chagos, un archipiélago que los europeos poblaron con esclavos y siglos después vaciaron, al expulsar a sus habitantes para crear la instalación que usan los buques y aviones estadounidenses

Carlos Benito

Jueves, 3 de octubre 2024, 20:44

Muchos reaccionaríamos con desconcierto si nos pidiesen que ubicásemos en un mapamundi el archipiélago de Chagos. De hecho, algunos no lo tendríamos muy fácil aunque nos explicasen dónde se encuentra, porque estas islas son uno de esos territorios situados en medio de ninguna parte, apenas unos puntitos en la inmensidad del Índico: a mitad de camino entre Tanzania e Indonesia, a unos 500 kilómetros de las Maldivas y 1.600 de la India. Y, sin embargo, estos 63 kilómetros cuadrados de tierra repartidos por sus 15.000 kilómetros cuadrados de mar han sido objeto de una larga y enconada disputa que, por fin, se ha resuelto hoy, cuando el Reino Unido ha cedido la soberanía a Mauricio. Los británicos renuncian, así, a su última colonia en África.

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Pero esa última frase resulta engañosa, porque para ellos es mucho más importante lo que conservan que lo que pierden. En realidad, el párrafo clave del tratado suscrito por ambos gobiernos dedica más espacio a lo primero que a lo segundo: «Reino Unido acuerda que Mauricio tiene la soberanía sobre el archipiélago de Chagos, incluido Diego García [la isla principal, de 27 kilómetros cuadrados]. Al mismo tiempo, nuestros dos países están comprometidos con la necesidad, y lo acordarán en el tratado, de garantizar el funcionamiento a largo plazo, seguro y eficaz de la base existente en Diego García, que desempeña un papel vital en la seguridad regional y global», determina el comunicado conjunto. De hecho, la cesión del territorio para la base, utilizada por Estados Unidos para sus buques y aviones de guerra, concluía en 2036, pero ahora se ha garantizado durante 99 años a partir de la firma.

El archipiélago de Chagos es uno de esos territorios que la historia convirtió en un juguete para las grandes potencias. Lo descubrieron los portugueses, pero continuó deshabitado hasta que los franceses establecieron allí una colonia en el siglo XVIII con la intención de explotar plantaciones de cocoteros: para ello trajeron esclavos del continente africano y de la India, que son los antepasados de los actuales chagosianos. Quizá el rasgo más singular de este archipiélago es que fue poblado por la fuerza, debido a los intereses de los europeos, y después experimentó el proceso contrario, también por capricho de la metrópolis. Los británicos –que se habían hecho cargo de Mauricio, incluidas las Chagos, tras las guerras napoleónicas– pusieron en práctica una reprochable maniobra: en 1968, cuando concedieron la independencia a Mauricio, excluyeron del trato las Chagos. La nueva República de Mauricio lo aceptó, a cambio de tres millones de libras, pero después siempre ha mantenido que no le quedó otro remedio que plegarse a aquella extorsión. En aquel momento, Estados Unidos ya se había interesado por Diego García, muy apetecible desde el punto de vista estratégico, y el Reino Unido expulsó a toda la población para ceder la isla a sus poderosos aliados. Unas dos mil personas fueron desterradas.

Programa de reasentamiento

En los últimos años, la presión internacional sobre el Reino Unido se había endurecido. En 2017, la Asamblea General de la ONU pidió a la Corte Internacional de Justicia que se pronunciase sobre el asunto, y el tribunal recordó que, según el derecho internacional, debe «respetarse la integridad territorial» de los países durante el proceso de descolonización, además de exigir que Londres pusiese fin «lo más rápidamente posible» a su control de Chagos. En mayo de 2019, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó una resolución para demandar al Reino Unido que entregara el archipiélago a Mauricio en el plazo de seis meses, que se han convertido en más de cinco años. El nuevo tratado concede un paquete de apoyo financiero a Mauricio y autoriza a su Gobierno a poner en marcha un programa de reasentamiento, con Diego García al margen.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha aplaudido el «histórico acuerdo» y ha afirmado que la base militar «juega un papel vital para la seguridad nacional, regional y global». Los aspirantes al liderazgo de los conservadores británicos, por su parte, han criticado el tratado, pese al detalle de que su partido estuviese en el Gobierno cuando se iniciaron las negociaciones.

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«Muy diferente» a las Malvinas

Aparte de Mauricio, el lugar donde se han seguido con más interés las negociaciones sobre Chagos son seguramente las Malvinas, al otro lado del planeta. Las autoridades del Reino Unido han reconocido que pueden existir ciertas «inquietudes» por la similitud entre ambos territorios, pero se han apresurado a señalar que «los contextos legales e históricos» son «muy diferentes». Londres, han dicho, «no aceptará nada que suponga el riesgo de poner en peligro la soberanía de otros territorios de ultramar».

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