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El último presidente blanco de Sudáfrica, Frederik de Klerk. efe
Muere el último presidente blanco de Sudáfrica, Frederik de Klerk

Muere el último presidente blanco de Sudáfrica, Frederik de Klerk

Durante su mandato, puso fin al 'apartheid' y liberó a Nelson Mandela

Gerardo Elorriaga

Jueves, 11 de noviembre 2021, 12:18

El expresidente sudafricano Frederik De Klerk, el dirigente que dio fin al sistema del 'apartheid', murió este jueves en Ciudad del Cabo. El último jefe del Ejecutivo procedente de la minoría blanca había anunciado el pasado mes de marzo que padecía un cáncer mesotelioma y ... portavoces de su fundación anunciaron el óbito. El fallecido, que contaba 85 años, recibió el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional en 1992 y el Premio Nobel en 1993, en ambas ocasiones ex aqueo con Nelson Mandela, el interlocutor con el que negoció la desarticulación del régimen segregacionista y la transición hacia un sistema plenamente democrático.

El anuncio de la liberación de los presos políticos, incluido el carismático líder del Congreso Nacional Africano (ANC) y el inicio de negociaciones con los representantes de la mayoría negra, sacudió a la población del país la mañana del 2 de febrero de 1990. El estadista pertenecía a la comunidad afrikáner, fruto de la emigración holandesa y la más reticente a la entrega del poder. Su perfil conservador parecía prever la continuidad del postulado de la supremacía blanca. Aquella decisión supuso un terremoto político en la república austral y en resto del continente.

La presión internacional fue determinante para el cambio de rumbo en Pretoria tras cuarenta años de dominio. De Klerk fue un consumado estratega que supo dar un golpe de timón antes de que el barco naufragara. A la manera de Adolfo Suárez, su gestión permitió la reforma interna e impidió una ruptura que fuera perjudicial para la minoría blanca, detentadora de los recursos económicos. El precedente de la vecina Zimbabue, donde el cambio condujo a la ruina del país, sirvió para atemperar las ambiciones de unos y otros. Sudáfrica se convirtió en un Estado multirracial dirigido por Mandela, pero sin cuestionar el sistema de propiedad.

El desaparecido dirigente asumió la vicepresidencia del primer gobierno, cargo que ejerció durante dos años. Tras su retirada de la política en 1997, el estadista una fundación destinada a fomentar la convivencia en países habitados por diversas comunidades. En 2001, Marike de Klerk, su ex esposa, fue hallada estrangulada en su casa, un hecho que ejemplificaba la ola de inseguridad y violencia criminal que ha golpeado al país a lo largo de las últimas décadas.

El homenaje que recibió en 2006 por el propio Mandela reconoció la dimensión de su legado y la importancia de una iniciativa que impidió la guerra civil. Pero la ambigüedad ha envuelto el discurso del ex presidente en los últimos tiempos. Las polémicas han rodeado a una figura esencial, pero que ha resultado distante de todas las posiciones, tanto gubernamentales como de la oposición.

Sus críticas al nuevo régimen llegaron con el cambio del nombre de la capital Pretoria, rebautizada como Tshwane, medida que se llevó a cabo sin contar con el criterio de su población, de origen mayoritariamente europeo. Aunque reprobó las violaciones de los derechos humanos cometidas durante el periodo anterior, generó controversias con su negativa a calificar de criminal al sistema segregacionista, reivindicar la herencia afrikáner o, aún más escandaloso, reclamar los beneficios culturales de los 'bantustanes', los territorios en los que permanecieron recluidos diversos grupos étnicos.

Mandela y De Klerk recogen el Premio Nobel de la Paz en 1993. Gerard Julien / AFP

La lucha contra el apartheid refleja la pluralidad de sus artífices. Las personalidades de Mandela, el obispo Desmond Tutu, Denis Goldberg, de raíz judía, o Ahmed Kathrada, miembro de la comunidad india, dan cuenta de esa diversidad. Por otra parte, la democracia también ha puesto de manifiesto la ética de aquellos que consiguieron capitalizar el proceso. Tras el mandato de De Klerk y Madiba, la elite dirigente ha sido acusada de corrupción y nepotismo.

Los conocidos como 'diamantes negros' han evidenciado una rapacidad acorde con las dimensiones de la primera potencia africana. Sus presidentes, anteriores luchadores por la libertad, son hoy dueños de enormes fortunas. Jacob Zuma, que gobernó el país entre 2009 y 2018, ha sufrido cárcel y se encuentra procesado por múltiples causas. Las recientes elecciones locales muestran el creciente desprestigio del ANC, el partido favorecido por el cambio de régimen, y el auge de formaciones contrarias a aquel clima de concordia interracial que favoreció la transformación controlada del sistema.

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