juan carlos barrena
Viernes, 27 de septiembre 2019, 13:33
La Policía del Estado nigeriano de Kaduna ha rescatado a más de 300 jóvenes de diversas nacionalidades que habían sido torturados, violados y privados de alimento en un centro de acogida islámica de esta ciudad, situada en el norte del país africano. Los portavoces de ... los cuerpos de seguridad han asegurado que más de cien, incluidos niños de cinco años, fueron hallados encadenados en un habitáculo. La institución era un reformatorio religioso en el que se recibía a jóvenes delincuentes o drogadictos, y, teóricamente, se les enseñaba el Corán y proporcionaba recursos para su reintegración en la sociedad. Al menos, nueve personas, presuntamente maestros de la entidad, han sido arrestadas.
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Algunos de los muchachos permanecían juntos, anillados por los tobillos, mientras que otros se hallaban encadenados a ruedas. Las imágenes difundidas muestran las heridas abiertas en la espalda de un niño que parece haber sido objeto de latigazos y a otros hacinados en un patio. Los liberados afirman que varios compañeros murieron, víctimas de las torturas y problemas de salud. Bello Hamza, un hombre de 42 años que llevaba tres meses recluido tras ser engañado por su familia, explicó que los intentos de huida eran castigados severamente. «Atan a la gente y la cuelgan del techo», señaló.
Los jóvenes recluidos proceden del norte del país, una región mayoritariamente musulmana, pero también de las repúblicas vecinas de Burkina Faso y Mali. El propietario del lugar, detenido por las autoridades, ha negado todas las acusaciones y ha asegurado que el objetivo de su proyecto era enseñar el Islam y que los que portaban grilletes eran «los más obstinados, los que intentaron escapar».
Los padres de los jóvenes, convocados por la Policía, se declararon «sorprendidos y horrorizados», al ver el estado en el que se encontraban sus hijos y que todos, al parecer, desconocían. Según sus testimonios, tenían autorización para llevarles comida de vez en cuando y visitarlos una vez cada tres meses, pero carecían de permiso para entrar en la casa. Los encuentros se realizaban en el exterior y eran breves.
Las 'casas de corrección' y las escuelas islámicas son objeto de debate en Nigeria ya que constituyen un sistema de enseñanza paralelo al oficial y que resulta la única opción para aquellas familias sin acceso a las estructuras educativas públicas. Las estadísticas oficiales apuntan la existencia de 7 millones de estudiantes en estos centros, conocidos como 'almajiris', y que proliferan en la mitad septentrional, la más pobre del vasto territorio.
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La colonización hundió el sistema, antes dependiente de los emires locales, figuras que fueron despojados de buena parte de su poder y recursos económicos. A menudo, los centros obligan a los pupilos a practicar la mendicidad, una práctica que también se lleva a cabo en otros países de la región. Además, estos colegios son objeto de críticas por la escasa preparación de sus maestros, la precariedad de las instalaciones y la insuficiencia de medios materiales. La memorización del Corán es el fin principal de su plan de estudios, lo que impide a sus alumnos acceder a graduaciones de la enseñanza reglada y conseguir empleos dignos.
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