El general Gaid Salah. AFP

Incertidumbre en el régimen argelino tras la muerte de su hombre fuerte

El repentino deceso del general Ahmed Gaid Salah pone en duda la supuesta transición del país hacia la democracia

gerardo elorriaga

Lunes, 23 de diciembre 2019, 20:56

La repentina muerte del general Ahmed Gaid Salah ha abierto un periodo de incertidumbre en la supuesta transición de Argelia hacia un régimen democrático. El jefe del Estado Mayor y verdadero hombre fuerte del país falleció este lunes, a los 79 años, en el Hospital ... Militar de Argel después de sufrir un ataque cardiaco. Su desaparición se produce tan sólo cuatro días después de que Abdelmayid Tebboune, ganador de las últimas elecciones presidenciales, jurara su cargo al frente del ejecutivo. El general Said Chengriha ha asumido el cargo y declarado tres días de luto.

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La desaparición de la autoridad en la sombra genera nuevas incógnitas en torno al rumbo de la potencia magrebí, donde la política cuenta con importantes agentes fácticos. El pueblo ya se había manifestado en contra del recién desaparecido militar, considerado todo un hacedor de reyes. El oficial había ascendido al control del Ejército en 2004 y se convirtió en el apoyo fundamental del expresidente Bouteflika y su clan, que han gozado de la máxima autoridad durante los últimos quince años, pero también provocó su sacrificio cuando las masas cuestionaron su determinación de acceder a un quinto mandato.

La figura de Gaid Salah sintetiza la evolución del Estado argelino y los resortes políticos que lo han conducido desde su creación en 1962. Su perfil responde al de las grandes personalidades militares que han influido decisivamente en el mantenimiento de un sistema que ha guiado con mano férrea el destino del país más grande de África.

Las credenciales del finado remiten a un pasado como joven guerrillero del Frente de Liberación Nacional (FLN), el movimiento emancipador, con experiencia bélica en la guerra árabe-israelí y formación académica en una academia militar soviética. Su condición de jefe de las fuerzas terrestres durante los años noventa, en plena guerra civil, le otorgó una posición de privilegio que ya anticipaba, según la tradición política, su ascenso a la dirección del Ejército, sancionada por Bouteflika en 2004.

Cúpula castrense

La imagen de Argelia ha seguido las pautas de los Estados surgidos del fin del periodo colonial y que se convirtieron en adalides del movimiento de no alineados con el apoyo del bloque socialista. Como en otros casos, la realidad política era mucho más compleja y oscura. La elite gobernante y la cúpula castrense, surgidas en el seno de la organización partisana, han monopolizado la dirección de la república a lo largo de toda su historia.

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Las distintas facciones dentro de ese conglomerado, conocido como 'le pouvoir', el poder, han luchado por el control de los recursos naturales, fundamentalmente, el petróleo y el gas. La fachada democrática de los últimos años, con gabinetes de tecnócratas, ha escondido la perpetuación de esta estructura y la aparición de una oligarquía basada en su explotación.

Las protestas populares que se han sucedido desde el pasado 22 de febrero pretendían luchar contra esta forma de gobierno, ahora en manos de Gaid Salah. Su nombre también aparecía entre los repudiados por los manifestantes, pero su caída se antojaba remota. El general ha practicado la política del palo y la zanahoria, prometiendo, a través de personas interpuestas, la celebración de elecciones libres el pasado día 12 y las estrategias de lucha contra la corrupción, y, al mismo tiempo, permitiendo la detención de los líderes de la oposición popular.

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La elección de Tebboune, fiel al jefe del Estado Mayor, parecía un intento maquillado de mantener ese 'status quo' bajo la apariencia de renovación. La credibilidad del nuevo tándem se hallaba bajo mínimos. Tras la desaparición del veterano general se prevé que Chengriha, que ha seguido los pasos de su antecesor, intentará proseguir los usos y costumbres de la oligarquía a través del nuevo dirigente, un exmiembro del FLN que, naturalmente, nunca se ha desligado de la casta dominante.

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