Tamara Falcó: un vestido de reina, ocho ramos de novia y una alianza atípica

Wes Gordon, director creativo de Carolina Herrera, confeccionó un primer vestido que recuerda mucho al que el maestro Manuel Pertegaz realizó para doña Letizia. Y eso que se hablaba de que la inspiración era el que lució Grace Kelly en su boda con Rainiero de Monáco, del que parece haber tomado la idea de la botonadura delantera para un traje un tanto invernal con silueta abrigo, manga francesa y cola en cascada en crepé de seda blanco marfil. Una pieza en la que destacan los bordados, cosidos artesanalmente con la antiquísima técnica del Zardozi, que consiste en entrelazar hilos de seda con otros de oro y plata y cristales. Una compleja labor en la que se invirtieron 400 horas entre 18 artesanos de Carolina Herrera, según cuenta la publicación.

Un maravilloso bordado inspirado en las flores favoritas de la novia y en la tiara familiar que portaba. Una joya art decó del siglo XIX de diamantes perteneciente a la familia Falcó, cuyo origen está en su abuela paterna, Hilda Fernández de Córdova y Mariátegui, al igual que la impresionante pulsera de Tamara. Sobre la tiara y cubriendo los pendientes de oro blanco y diamantes hechos de Tous en exclusiva para la novia, un sencillo velo de cuatro metros de tul. Tan sencillo como el ramo de muguet, una pequeña flor blanca que simboliza la felicidad eterna y reencontrada. Muy propia para la pareja, que repartió otros siete ramos entre los invitados.

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Un estilismo regio al que después se sumo la alianza que, al igual que la de Íñigo, es una pieza atípica por su forma irregular, realizada en oro amarillo por el tío escultor del novio, que también realizó sus gemelos, que eran un T, la inicial de la marquesa.

Pasadas las 23.00 horas, Falcó se enfundó el segundo vestido al tobillo en un delicado tono champán, formado por un corsé escote corazón con una gran lazada en el pecho y falda a capas de tul. Un diseño también ideado por Wes Gordon.