Tamara Falcó presume de la joya que le ha regalado Iñigo Onieva

El sábado por la mañana ya se descubrieron los primeros detalles. Una furgoneta de una floristería madrileña se acercaba a la residencia de Preysler en Puerto del Hierro con más de diez ramos de hortensias valorados en cien euros cada uno. Al día siguiente, se conoció que Iñigo regaló a Tamara una bonita pulsera y ella a él un reloj valorado en 50.000 euros. Pero nada más.

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Anoche, Tamara enseñó el regalo de la fiesta de pedida. La bonita pulsera estaba compuesta de nueve preciosos rubíes, uno por cada uno de los ocho hermanos de la marquesa. El noveno representaba a la propia Tamara y el significado de la valiosa piedra era el «amor» fraternal. «Es un detallazo de su familia hacia mí», admitió Falcó.

Tamara cuenta más detalles de la fiesta. Reconoce, respecto a los discursos, que «somos muy chapas en ese aspecto y estuvimos cogiendo carrerilla para la boda». Aunque lo que más destaca es lo bien que congenian las familias. «Habíamos convocado a las nueve a todos, y a las 21:01 ya estaban llamando los Onieva a la puerta». Puntualidad que no se corresponde con las Preysler. «Yo a lo mejor tardé cinco minutos, mi hermana media hora tarde y mi madre cuando pudo…», afirmó entre risas.

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Pero no todo fueron sonrisas, a Isabel Preysler le preocupaba un problemilla. Eran 25 en la mesa y la vajilla escogida para la ocasión se repartía en parejas, «de 12 en 12». ¿La solución? «Una del tío Miguel -Boyer- que trajo de China, que cada plato es diferente». Y para finalizar la reunión, fiesta hasta las cuatro de la madrugada a cargo de los Third Floor, un grupo que llegó a la residencia Preysler por encargo de Onieva.