Repliegue de alas

Ya en el mes de mayo la compañía anunció que este evento, uno de los más icónicos de la moda y capaz de reunir en sus mejores tiempos frente al televisor a 9,7 millones de espectadores en todo el mundo, no volvería a emitirse más en este formato audivisual. «Ya no es el canal más adecuado», ha zanjado Lex Wexner, el director ejecutivo de Limited Brands, actual propietaria de la marca. «La moda es un negocio de cambio. Debemos evolucionar. Con esto en mente, hemos decidido repensar el tradicional desfile de Victoria's Secret. De ahora en adelante, nos centraremos en el desarrollo de un contenido emocionante y dinámico, y en un nuevo tipo de evento, que se difundirá entre nuestros clientes, pero en otras plataformas pegadas a la actualidad», explicaba entonces Wexner.

Y si había quedado alguna duda, dos meses después, la modelo Shanina Shaik, una veterana en el desfile de ropa interior más famoso del planeta desde 2011, dejaba caer que no es que este espectáculo no se fuera a emitir por televisión, es que no iba a celebrarse este año. «Me siento rara, porque todos los años por estas fechas estoy entrenando como un ángel», deslizaba entonces Shaik al diario 'The Daily Telegraph' en Australia.

Victoria's Secret, bautizada así en honor de la reina Victoria de Inglaterra, trata de remontar el vuelo después de llevar años en caída libre. A sus problemas financieros (el pasado año perdió el 50% de su valor), tuvo que sumar en diciembre los peores datos televisivos de su historia, con solo 3,3 millones de espectadores, el registro más bajo desde que empezó a emitirse, en 1995.

Pero, ¿qué ha ocurrido para que los ángeles lenceros hayan caído en desgracia? Hasta ahora todos sus esfuerzos para mejorar su imagen pública han fracasado. Para contrarrestar la lluvia de críticas por subir a la pasarela siluetas con las que pocas mujeres se identifican en este planeta, la firma mostró unas fotografías de la modelo Jasmine Tookes (llevó el sujetador joya en el desfile de 2016) en las que se apreciaban sus estrías sin retocar, y en 2018 decidió contar con Winnie Harlow, que padecía vitiligo. Pero lo que ha terminado de rematar a estos ángeles caídos han sido los nuevos tiempos.

En plena era 'Me Too', la firma que creó Roy Raymond (un alumno de la Escuela de Negocios de Standford) en 1977, trata de superar la profunda crisis de identidad relacionada con la falta de diversidad y los movimientos feministas. Ha padecido el rechazo social al apostar sin disimulo por los cuerpos esbeltos y esculturales. «¿Deberíamos incluir a modelos trans en el 'show'? No, no lo creo, porque el 'show' es una fantasía», zanjó Ed Razek, exdirector de marketing y contrario a la diversidad sexual.

Dos meses después tuvo que comerse sus propias palabras: Victoria's Secret hacía su primer desfile inclusivo al contar con Ali Tate Cutler, la primera modelo 'curvy'; May Simón Lifschtiz, una modelo transexual, y Olivia Sang y Laura Rakhman-Kidd, de origen keniano e indonesio, respectivamente. El tiempo dirá si sirvió para algo.