Arantza Furundarena
Domingo, 3 de abril 2022, 00:44
Pertenece al honorable club de los que piden disculpas y ofrecen explicaciones. Y solo por un ligero retraso de cinco minutos. Parte de la ingenuidad y espontaneidad de sus ya míticos personajes cinematográficos pervive en esta malagueña que ha llegado a los 60 como una ... abuela feliz alérgica a ciertos retoques estéticos... «Hay quien se pone una boca como un desatascador». Tras cuatro años sin pisar las tablas, María Barranco estrena el 13 de abril en el madrileño Teatro Marquina 'El premio', con Jorge Sanz y Ana Turpin. «Me pillas pariendo a mi personaje».
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–¿Y cómo va el parto?
–Ahí ando, metiéndome la letra, aunque yo a estas alturas de mi vida ya solo retengo líquidos, je, je... Siempre he sido muy dura para memorizar el texto. Pero estoy muy feliz con todo el equipo, haciendo muchas risas y pasándolo bien.
–El ambiente típico de una comedia, supongo.
–Ah no, hija, hay comedias donde las navajas de Albacete se afilan... Aquí hemos creado una familia. Con Jorge Sanz somos ya como hermanos.
–'El premio' habla de ambición, de corrupción...
–Sí, es una crítica a estos premios literarios con muy buena dotación que se supone que están dados a dedo. Y es que si nos escarban un poquito, no sabemos hasta qué punto nos podemos vender. Todo el mundo tiene un precio.
–¿Usted también?
–Yo en un estado límite no sé qué haría. Afortunadamente no me he visto en esa situación, pero si de repente depende de que coman mis hijas igual no tendría ninguna duda.
–Su personaje es una editora.
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–Sí, con muy mala uva. Luego me han comentado que las editoras suelen tener mal carácter. Esta es como el caballo de Atila, por donde pasa no crece la hierba. Me gusta porque dice barbaridades y da bofetadas bien dadas. Y a mí que he interpretado a tantas ingenuas me apetece una empoderada.
–Además, es la 'ex' de escritor. ¿Es usted buena 'ex'?
–Ella es una tocanarices, una mosca cojonera. Su marido la ha dejado por una más joven, que es algo que no suele ocurrir, verdad, ja, ja, ja... Así que a 'la otra' le dice de todo menos bonita. Pero eso es ficción. En la vida real yo no soy así porque una 'Guerra de los Rose' no compensa. Yo doy dinero por no discutir.
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–Veo que lleva bien los 60 que cumplió el año pasado.
–Yo sí, no volvería atrás para nada. Estoy sana y la vida me ha dado nietos. No de mi hija Andrea sino de Ainhoa, la hija de Imanol (Uribe). Tengo tres. Ayer salí muerta de los ensayos, les fui a recoger al cole y es como si me hubiera tomado un chute de vitaminas. Ellos son mi vida. El pequeño, con seis años, me dice que le parezco guapísima y que le hago muy feliz y a mí se me acaba el cansancio y se me acaba todo. Yo le digo: «Cariño, lo que tú ordenes lo hace 'abu'. Si me dices tírate por la ventana, me tiro». Y él me dice: «'Abu', tírate por el tendedero porque hay cuerdas y te puedes agarrar», ja, ja, ja... Soy muy afortunada.
–Y sigue resistiéndose a los retoques estéticos.
–Lo importante es tener un aspecto sano. Si tu te haces cosas y no se te notan, pues estupendo. Pero no te cambies la cara, que es con lo que nosotras trabajamos. No te pongas una boca que parece un desatascador.... Yo luego voy a los sitios y no reconozco a la gente hasta que habla. Total, si al final no vas a ser más joven, vas a ser una 'vieja operá'. Y yo a eso me niego.
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