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El 75 aniversario de casados se conoce como bodas de brillantes. Y a esa conmemoración ha logrado llegar la pasarela Mercedes-Benz Fashion Week Madrid (MBFWMadrid). La gran cita con la moda española en Ifema Madrid ha dado comienzo con Pedro del Hierro. La firma ... ha partido de los locos años 20 para proponer una colección dual que bebe de los paralelismos entre hombre y mujer, invitando a descubrir sus límites con una transición entre el día y la noche.
Un diálogo convertido en un nuevo código en que las siluetas se funden y desdibujan con un estilo rotundo para una colección guiada por piezas de sastrería muy potentes, compartiendo códigos de siluetas y tejidos. Nacho Aguayo y Álex Miralles, directores creativos de mujer y hombre respectivamente, presentan nuevas formas protagonizadas por tejidos como terciopelos o cuadros de sastrería tradicional, que serán el nexo que nos guiará para conseguir esa fluidez que será el hilo conductor durante toda la colección.
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Para la mujer Pedro del Hierro destacan las líneas masculinas y hombros marcados con prendas ultrafemeninas en rasos de seda. En la colección masculina se mezclan trajes con nuevas siluetas y abrigos extralargos con una noche muy rotunda. Las piezas de día se bañan en tonos pato, rojos y marrones. El desenfreno y la opulencia de la noche se manifiestan a través de festivos grises, negros y blancos salpicados con brillos o elementos como la purpurina, las lentejuelas, los cristales o el terciopelo, que pretende trasladar a los asistentes a las luces y sombras de la noche.
Alegría contenida que se ha desbordado con una faceta 'hippie' de Ágatha Ruiz de la Prada, que no ha dudado en mostrar su apoyo a Ucrania. Lo ojos de Samy, la modelo que ha abierto y cerrado su desfile, lo decían todo. La joven ucraniana, cuyo abuelo está luchando contra las tropas rusas, ha lucido medias con los colores de su bandera, como la que al final de la muestra ha alzado la propia diseñadora con el cantante Omar Montes, que repite sobre la pasarela con la consagrada modista, a la que siguió una novata en estas lides, Ynésuelves. La firma, compuesta por madre, María, e hija, Ynés, se ha estrenado con una línea en la que destaca un juego de volúmenes a base de volantes y pliegues, junto con un toque de sastrería masculina, sin dejar de lado los detalles femeninos, con cuidados estampados de sirenas, mariposas y, como no, el símbolo de la casa: una rosa roja con espinas tan afiladas como las hombreras de Malne. Sus suntuosos hombros pagoda destacaron en una 'performance' en la que Paloma Álvares y Juanjo Mánez, directores creativos de la casa, fueron transformando los estilismos ante la vista del público que abarrota las gradas.
Aunque para espectáculo el ofrecido por Dominnico. El alicantino, que confeccionó el vestuario de la gira 'El mal querer', de Rosalía, parece seguir en consonancia con la estrella de la música, ya que las prendas mostradas en la pasarela podrían ser perfectamente utilizadas para su último disco, 'Motomami'. Eso sí, de cerca se perciben tejidos con mayor prestancia en su apuesta fresca y transgresora. Un joven con talento que dio paso a otro. Pablo Erroz sigue siendo un ejemplo de consumo responsable. El diseñador sigue apostando por un concepto 100% unisex y atemporal, con tan solo una colección muy limitada anual confeccionada por tejidos entre los que destacan lanas y napas -sólo de animales destinados a consumo propio-. Un discurso que comienza a calar en el público, fascinado por el interesantísimo 'pasaporte' de las prendas gracias a sistemas NFT en sus etiquetas, que permite que las mismas puedan ser escaneadas con un teléfono móvil y conocer la trazabilidad del artículo con todo lujo de detalles.
Ha seguido la casa con más solera de la pasarela, Pertegaz. Nombre que vuelve a estar en boca de todos gracias al buen hacer de Jorge Vázquez, que revisó el archivo de los 60, dejando atrás el 'look' lady de la década anterior. Una apuesta más urbana y comercial realizada con fibras naturales con detalles bordados. «El arte debe estar en los museos y la moda en la calle», afirmó sin sonrojo a este periódico el gallego momentos antes del desfile, alineado con Roberto Diz, encargado de poner el broche final con una versión más relajada de lo que acostumbra. Se ha alejado de sus siluetas estructuradas y sofisticadas para dar paso a la comodidad, tanto en materiales como en los volúmenes en un complejo ejercicio de democratización de la moda.
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