Daniel Chong, de un pequeño taller de Lavapiés al mundo

Daniel Chong empezó vendiendo sus coloridos complementos a depósito en tiendas. «No tenían que pagarme nada si no las vendían y si vendían, me pagaban solo lo que habían vendido», explica el diseñador, que afirma que sigue teniendo de clientes a todos los que aceptaron el trato. «Les estoy muy agradecido por la oportunidad, a fin de cuentas lo que importa es ver oportunidades y aprovecharlas y una puerta cerrada puede significar que se abran otras tres». Y así ha sido en el caso de este joven de origen chino - ecuatoriano que estudió diseño y comunicación en la universidad argentina de Palermo.

La moda siempre ha formado parte de la vida de Chong gracias a su madre. «Ha sido y sigue siendo una gran modista, y ha trabajado para nuestra firma desde nuestros inicios hasta este año, en el que ya se ha jubilado», explica con orgullo antes de detallar que desde pequeño ha observado a su madre confeccionar todo tipo de prendas «y ese bagaje ha hecho que ame esta profesión». Y eso que, al principio, ella no estaba muy contenta con que me dedicara a la moda. «Creo que en su época era una profesión poco valorada -explica-, pero creo que hoy en día también entran en juego las nuevas herramientas digitales, el marketing y los valores que hacen que una marca local tenga vías de desarrollo mayores que en el pasado».

Su punto a favor fue fijarse en la poca variedad que había en complementos, por eso «hemos conseguido destacar con nuestros bolsos y mochilas con un estilo urbano y con mucha gama de color. Hasta hace pocos años, los complementos venían en negro, azul marino y marrón, y el presentar una propuesta distinta nos ha hecho destacar», afirma Daniel Chong, que tiene en las mochilas su piedra angular, aunque ya tiene línea textil, con clientes como los actores Ernesto Alterio y Jorge Lucas, las cómicas Eva Soriano y Lala Chus o la modelo Blanca Romero.

La firma, que no rige por temporadas, cuenta actualmente con tres talleres principales: el de Lavapiés en Madrid, donde se seleccionan los tejidos y las combinaciones de materiales, y los talleres de Elche y de Pamplona, donde varias mujeres cosen con mucho mimo todas sus piezas. Sus colecciones comparten siempre un denominador común: únicamente trabaja con proveedores locales empleando una amplia variedad de materiales orgánicos, reciclados y sostenibles. Su objetivo es crear piezas atemporales, que no pasen desapercibidas y sean fácilmente reconocibles por el consumidor. Propuestas llamativas y de calidad, elaboradas 100% en España a mano.

El año pasado, entre otros premios, fue galardonado con el Madrid Craft Week Artesanía e Impacto Social por su consolidación como una empresa solvente que genera trabajo y que crece con nuevas tiendas, además de su compromiso con la responsabilidad social corporativa, con campañas virales de apoyo a la diversidad o acciones de comunicación enfocadas a reivindicar el valor real de la artesanía.

Para él, la dificultad estriba en que «el oficio está muy abandonado» y asegura que «el mayor reto es encontrar gente que lo mantenga vivo, encontrar perfiles que amen la costura y el patronaje». Además, y frente a las «grandes firmas que abarcan todo», defiende «cuidar a la fábrica, darles trabajo, lo cual es complejo, porque hay que vender y producir constantemente». Una filosofía con la que ha llegado a 120 puntos de venta en el mundo, aunque Chong destaca al mercado español por ser «muy generoso con nuestro trabajo, sobre todo muy fiel, sigue siendo el mercado líder y es de agradecer. Pero también vendemos muy bien en Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Alemania, creo que les fascina que nuestras piezas sean impermeables».

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