«De joven llevé una vida errática»

-En su vida personal, ¿es ahorrador o manirroto?

-Procuro ser cauto y más ahorrador que gastador, lo cual no quiere decir que no me guste vivir bien. Si puedo ir a un restaurante con tres estrellas Michelin, voy.

-¿Es su mayor debilidad?

-Me gustan la innovación, el arte, la escenificación y la liturgia de los grandes restaurantes, pero uno bueno puede ser también una taberna. Desde hace muchísimo tiempo voy con los amigos a uno que pone manteles de papel sobre las mesas.

-De joven estuvo a punto de descarriarse. ¿Qué ocurrió?

-Llevaba una vida errática, pero tuve la clarividencia de salirme del entorno en que me movía y busqué refugio en el tenis y la universidad.

-Sorprende saber que hizo un cameo en la saga Torrente, de Santiago Segura.

-Surgió de él, que me vio en televisión y contactó conmigo. En círculos académicos, después de presentarme, algunos dicen: «Y al margen de todo esto, Gay de Liébana es más conocido por su participación en 'Torrente 5'». Me lo pasé muy bien en el rodaje. Santiago Segura, que es un 'crack' en todos los sentidos, me hace mucha gracia.

-¿En su vida privada es tan locuaz como aparenta en los medios?

-Sí, cuando juego al tenis, después del partido continúo hablando con el adversario para repasar las jugadas. Pasamos revista a todo lo habido y por haber.

-¿Cómo lleva su enfermedad?

-Las últimas noticias no son buenas. Me extirparon el tumor del riñón, pero la metástasis está ahora en los pulmones. Fue un golpe duro saberlo. Ahora estoy mejor gracias a Dios, aunque si hubiera hablado conmigo hace unos días habría notado un tono bajista, como en la Bolsa. Esto es un partido a cinco sets y hay que luchar hasta el 'tie break'.

-Juega al golf y al tenis y adora dar clase. ¿Qué otras pasiones tiene?

-Leer, aunque soy muy lento. A veces estoy tres horas con dos páginas, pero es que la sabiduría que destila cualquier libro me impacta y a partir de ahí pienso, tomo notas y escribo unas líneas. También me encanta andar, un ejercicio que permite observar los comportamientos de la gente.

-¿Ha sacado alguna conclusión al respecto?

-En Madrid, más que andar, la gente corre. Y en Oviedo se anda tranquilamente y cuando alguien tiene que poner el énfasis en algo se para, se explica y continúa paseando. Me da envidia sana.

-Se acusa a los economistas de predecir muy bien el pasado.

-Estoy totalmente de acuerdo. Los economistas normalmente la cagamos. Pasa en todos lados. Yo soy el primero en equivocarme, cosa que nunca digo a mis alumnos. El primer día de clase me aprendo sus nombres y luego los repito al terminar. Los tíos se quedan sorprendidos.

-¿Se considera un vividor?

-No tengo tiempo para ello, pero me gusta vivir bien. En la vida, al margen del papel que desempeñes, hay que pasarlo bien. Las circunstancias ya nos hacen sufrir. Cuando se trata de disfrutar, me apunto.

-¿Le han tentado alguna vez para entrar en política?

-Alguna insinuación ha habido de alguna formación, pero nunca me he metido en política porque no me interesa nada ni creo en ella. En España, la política ha tomado unos derroteros trágicos.

-¿Reconoce que tiene cualidades para seducir a la cámara?

-A la cámara hay que quererla, y yo la quiero, tenemos buenas relaciones. Me encuentro bien con ella, pero también con un micrófono y hasta con el móvil. Igual es la manera de explicarme. Llevo muchos años por ahí haciéndolo y procuro ponerle entusiasmo. Si no se hace así, nos quedamos todos paraditos.