Un 'Happy Birthday' polémico

Además, la foto que acompaña a dicha felicitación presenta a una Meghan un tanto desgreñada, con el pelo encrespado y tal vez (para escarnio de su estilista, George Northwood) hasta las puntas abiertas... Suena a mensaje subliminal por parte de la aristócrata, que presume de poseer la melena más abundante, brillante y sedosa del reino. Es decir, Catalina de Cambridge. Y es que, queridos niños, ¿Quién necesita tétricos cuentos de madrastras existiendo las cuñadas?

No obstante, la venganza es un plato que se sirve frío. O crudo, como diría aquella. Así que Meghan ha esperado un tiempo para despacharse a gusto y contar su versión sobre su huida de la corte (qué afición a escapar le ha cogido la realeza), una 'espantá' mundialmente conocida como 'Megxit'. La semana que viene saldrá a la luz su biografía, 'Finding Freedom' (Encontrando la libertad). Con ese título y con una protagonista afrodescendiente cabría esperar la historia de una mujer que, tras una tortuosa existencia de latigazos y privaciones, escapa de un campo de algodón o algo así. Pero no. Aquí lo que se nos relata es la rutilante vida de una actriz de éxito que se casa con un príncipe y encuentra la libertad por la vía de huir de la pompa y circunstancia. Pues sí que ha cambiado la esclavitud...

Tras una manumisión tan 'sui géneris' y ya convertidos en libertos (por no decir libertinos), Meghan y Enrique se esfuerzan por demostrar que son dos ciudadanos de a pie llevando una existencia normal. O lo que ellos entienden por normal... Dos medios estadounidenses han publicado que la pareja llevaría ya tres días celebrando un fiestorrón por todo lo alto, presupuestado en más de 200.000 dólares y con relevantes estrellas de Hollywood entre los invitados, además de teléfonos móviles requisados y pruebas PCR a tutiplén.

La pareja lo ha desmentido por completo. Muy al contrario, dicen haber pasado ese día en la tranquilidad de su hogar junto al pequeño Archie... Claro que, solo por no haber tenido que celebrarlo un año más en el castillo de Balmoral con la soberana británica subida a la chepa y el rigor mortis de su estirada familia, seguro que esa sencilla reunión familiar les ha parecido el Carnaval de Río.