Los gayumbos de Neptuno

«Vividora de la vida y soñadora de los sueños». Así se autodefine Georgina en un alarde de fantasía e ingenio. Pero está claro que también sabe tener los pies en el suelo y hacer la colada cuando toca. «Aun con la secadora, mucha ropa que lavar y secar», justifica ella misma con un mensaje que acompaña esa comentadísima imagen en la que aparece colgando camisetas y trajes de baño en un tendedero. Un tendedero extensible y con alas que ha echado a volar la imaginación de sus más de veinte millones de seguidores en las redes sociales.

¿Será que el billonario Cristiano es tan rácano que no quiere gastar en ayuda doméstica? ¿Que su novia no se fía de la asistenta y piensa que le va a encoger la ropa? ¿O que la pareja ha decidido prescindir del servicio para ganar en intimidad durante sus vacaciones de verano? En cualquier caso la polémica está servida. Y más le vale al delantero aparecer pronto en delantal fregando los platos o lo acabarán etiquetando de redomado machista y troglodita de la corresponsabilidad.

Con cuatro hijos pequeños (una biológica y tres por gestación subrogada), la suegra, los amigos y los gorrones de turno, es normal que en ese barco se junten varias lavadoras al día. Lo que sorprende es que los flamantes propietarios de un Azimut de 27 metros de eslora valorado en más de cinco millones de euros se tengan que lavar ellos mismos la ropa... Ese sencillo tendedero de plástico sobre la popa de semejante palacio flotante (ahora fondeado en Mallorca) desentona más que una Thermomix en una chabola. Pero a la recauchutada Georgina le sirve para demostrar que todavía es humana.

Lo malo es que, mientras ella se humaniza, Ronaldo no para de divinizarse. Si hace unos días se atrevía a rivalizar en belleza con una espectacular puesta de sol (invitando a sus seguidores a elegir entre el astro rey o él), ahora se ha sumergido en las profundidades del Mediterráneo para demostrar que es capaz de bucear catorce metros en apnea. «Llámenme Neptuno», sugiere con enorme modestia... Porque Cristiano, en el fondo (nunca mejor dicho), se cree Poseidón, aunque sus detractores lo vean como un vulgar poseído. Ahora se entiende el orgullo con el que Georgina ha querido hacer viral un acto tan supuestamente cotidiano como el de colgar la ropa... Lo que está tendiendo ahí no es un simple bañador, sino los gayumbos de Neptuno.