«Yo estoy delgada por los nervios»

Ana tiene solo 25 años, pero está claro que ya domina el evocador y embaucador lenguaje de la alta cocina. Nacida en Madrid, confiesa no haber probado aún las angulas pero a su padre, que es argentino, le apasionan... «Su sueño es llevarnos a toda la familia a darnos un banquete, así que estoy esperando». Lo suyo de momento es la gula. Y en todos los sentidos. «Porque la consumo a menudo y porque me gusta mucho comer, aunque no lo parezca. Si no como cada dos horas, me encuentro mal. Yo estoy delgada por los nervios, porque soy un nervio constante. Siempre, desde pequeñita, he sido más comilona que mis dos hermanos y también la más flaquita».

A pesar de esos nervios, Ana logró pasar por 'MasterChef' sin perder nunca la compostura ni la sonrisa, lo cual es harto difícil en un concurso tan extremo. Tampoco se peleó con nadie. «A mí para los conflictos, si me buscan no me van a encontrar», advierte. Por eso no quiere posicionarse en la guerra psicológica que han mantenido en esta edición la gallega Ofelia y María, la de Tomelloso. «Cada uno sabe por qué hace lo que hace y en los líos que se mete. Yo no me voy a mojar, porque al final lo que haces y lo que dices te acaba pasando factura». Prefiere centrarse en no dejar pasar «ni media oportunidad» de las muchas que le está brindando su paso por el 'talent' culinario. «Otra cosa no, pero iniciativa y motivación tengo siempre».

Licenciada en Derecho, y con estudios de Marketing y Finanzas, Ana es además diseñadora de joyas y durante el concurso logró que sus pendientes fueran tan visibles como sus platos. Ha creado una marca, 'Dosprimeras'. Preguntarle a esta joven chef por el origen de ese nombre es arrancarle una carcajada... «Es que la historia es muy cursi. Mi novio se llama Rodri, llevo con él seis años. Cuando hicimos un año juntos me escribió una canción titulada 'Dos Primeras' porque era la primera vez que componía y la primera vez que se enamoraba».

Decidida a maridar sus dos principales pasiones (el diseño y la gastronomía), Ana se ha lanzado a confeccionar artículos de textil para la cocina. «Ya hemos sacado cuatro colecciones de delantales», anuncia. «Prefiero llevar flores en el pelo que un diamante en el cuello», es la filosofía de sus joyas. «Los nuestros son diseños hippies, de flores, libélulas... Y yo personalmente no soy nada materialista, ni 'gastona'. Prefiero gastarme el dinero en comprar un regalo para otra persona que en algo para mí», asegura la ganadora de un premio de 100.000 euros. «Ese dinero de momento está parado pero tampoco me lo gastaría en un capricho carísimo».

Hija de argentinos afincados en España, Ana Iglesias Panichelli dice estar orgullosa de haber heredado la cultura gastronómica de sus padres. «Son más de horno que de fritos». Aunque también admite que los asados en verano en su casa no se perdonan... «Porque un argentino sin asado no es argentino», bromea. Sin embargo, está de acuerdo con el ministro de Consumo en que hay que reducir la ingesta de carne. «A mí me encanta, pero cada vez como menos. Es verdad que el cuerpo no la necesita en exceso y que de paso podemos ayudar al planeta».

Ana se recuerda como una niña muy buena, hasta que llegó a la adolescencia... «Me tuvieron que cambiar de colegio por las que armaba con mi amiga Sara, que era un terremoto. Pero luego ya me reconduje, aunque nunca he sido de coger apuntes ni una estudiante muy aplicada. Luego es verdad que estudiaba dos días antes y lo sacaba todo. La típica muy odiada en clase, ja, ja, ja…».

En el concurso le pasó lo mismo. «La gente me ve trabajadora y perfeccionista. Y yo me río. Lo que tengo es muchísima suerte».

Uno de sus 'mantras' es que 'MasterChef' no la ha cambiado. Tampoco le trastornó que Nicolás Coronado le tirara los tejos descaradamente en el plató. «Fue una tontería -matiza-. Le caí bien. Y él es un encanto. Pero yo sigo feliz con mi novio. No pierdo la cabeza por un famoso».