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La nueva cena de 'Ven a cenar conmigo: Gourmet Edition' ha tenido a Jorge Sanz como anfitrión. El actor ha abierto las puertas de su casa a Ana María Aldón, José Antonio Avilés y María Jesús Ruiz, a las que les ha hablado desde su ... máxima sinceridad sobre su vida profesional.
Durante años tuvo la suerte de decidir dónde y cuándo quería trabajar: «Yo elegía la película que quería hacer». Pero no todos han sido tiempos de gloria en su 'curriculum'. También ha habido tiempos oscuros y muy complicados.
Uno de los grandes reveses que vivió fue cuando «Almodóvar me puso de patitas en la calle». Sin explicar los detalles del despido, Jorge Sanz narraba que el director lo había contratado para una de sus películas, pero a las dos semanas de trabajar juntos decidió prescindir de él. «Pedro es un personaje en sí y para trabajar con él tienes que pertenecer a ese mundo en el que vive. Me pagó toda la película. Y con esa película le compré a mis padres una casa en el Valle de Arán, que es donde se querían retirar».
A María Jesús Ruiz le pareció que Sanz «vive del recuerdo» porque «tira mucho del pasado» y contaba demasiadas batallitas. Ni corta ni perezosa le ha preguntado de qué vive. El artista le respondía: «Vivo de lo que he ahorrado durante todos estos años de trabajo. Estoy en paro, como todo el mundo. He cotizado durante 35 años y ahora estoy promoviendo mis dos próximos proyectos, a la vez que una peli. Ahí tengo puesta toda mi ilusión. El dinero, afortunadamente… Mi casa la he construido a mi gusto. La tengo pagada. No debo nada a nadie», detallaba.
A continuación, matizaba sus palabras: «Bueno, a Resines sí le debo dinero. A Resines y Segura. Me llevan manteniendo dos años. Tengo amigos muy buenos». Jorge Sanz dejaba claro que a día de hoy necesita muy poco para vivir. «No tengo grandes necesidades, ya las tengo todas cubiertas».
Según ha contado, hubo un tiempo en el que llegó a perder todo lo que tenía. «Me quedé sin dinero y fui a ver a mi amigo Ángel Planas. He vivido unas aventuras bestiales. Me metí en un hostal y para ganarme una cama y una comida al día tuve que rascar la roña de las duchas. Soy un paseante que va por la vida».
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