La misa no tuvo tanto público como acostumbra la ocasión, pero la buena fiesta se iba vivir en lo alto del monasterio. El receptorio estaba preparado para ello con un ambiente navideño como no se recuerda.
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«Se han venido muy arriba», bromeaba el alcalde ... antes de que las hermanas del convento de las Madres Concepcionistas asomaran a través de la reja con la que cumplen clausura.
Otro 8 de diciembre, la ciudad cumplió con la tradición en la festividad de la Inmaculada. Una historia de comunión entre León y la advocación que se remonta a mediados del siglo XVII.
El corregimiento, con José Antonio Diez a la cabeza, asistió al encuentro con las monjas de clausura donde el espumillón y la decoración navideña destacó entre el ágape con el que las hermanas agasajan a los nobles visitantes.
No faltaron las pastas ni los embutidos y, por supuesto, tampoco la mistela -que pronto se acabó-. La fiesta estaba servida y a ella se unieron las pocas religiosas que quedan en el convento.
Asomó primero la madre superiora arropada por el resto de mujeres y por las pocas jóvenes -todas procedentes de otros países- que mantienen el voto en el casco viejo de León.
Las primeras palabras fueron de agradecimiento por la presencia del obispo Luis Ángel de las Heras. Después el alcalde reconoció su asombro por la numerosa decoración navideña. «Tenemos que quitar un poco, que casi no nos vemos», le exponía mientras mantenía un gesto afectuoso con la madre superiora.
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El regidor preguntó por el belén y también por sor Inmaculada, una de las más veteranas del lugar. Acto seguido, reclamaron la atención de «la cantora de toda la vida», María Dolores, que venía preparada para la ocasión con cuartillas que recogían la letra del villacinco 'El Tamborilero'.
Los presentes entonaron entonces las estrofas de esta canción tradicional navideña para la que no faltaron las maracas a compás, que sonaban desde el interior de la verja.
A la conclusión del canto, llegó el aguinaldo. El alcalde entregó un sobre con 1.000 euros con los que las hermanas podrán superar el próximo año y hacer frente a los pagos de luz, calefacción y agua.
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Cumplido el saludo protocolario, el receptorio vivió la primera gran fiesta de Navidad amenizada por productos de la tierra, algunos elaborados por las propias hermanas, y brindaron con vino y mistela -y bebida de naranja para los abstemios- por una buena Navidad y un próspero 2024.
La costumbre, según destacan desde el Convento de las Madres Concepcionistas, comenzó en el año 1656 cuando el corregidor y los regidores (ahora alcalde y concejales) acudieron al convento, titular en la ciudad de la Virgen Purísima.
Desde ese año el Consistorio rinde tributo en el Voto a la Inmaculada Concepción en virtud del acuerdo firmado en el libro de actas municipales que se conserva en el Archivo Histórico Municipal y que data del 24 de octubre de 1657.
El cenobio, como explica el cronista oficial de la ciudad, se había fundado prácticamente un siglo y medio antes, en 1516, por Leonor de Quiñones, hija de los Condes de Luna.
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