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Los zafarrones volvieron a salir a las calles de la localidad de Riello para celebrar su rito más ancestral.
En cuánto empezó a anochecer, la pira de leña de roble colocada en la plaza de la iglesia comenzó a arder y sus zafarrones comenzaron a recorrer sus calles haciendo resonar sus cencerros ante la mirada de vecinos y leoneses de diferentes puntos de la provincia que, año tras año, no quieren perderse este acto tan especial.
Los zafarrones, que tanto pequeños como mayores se presentaron ataviados con caretas de piel de cabrito, vestidos con enaguas blancas, pieles y zamarras, no dejaron indiferente a ninguno de los presentes con sus interacciones con el público. Al llegar a la plaza, encendieron sus naturales teas, creando así una imagen icónica junto a la hoguera, y comenzaron a rodearla sin parar de dar vueltas a su alrededor.
Para terminar se repartieron ricas sopas de ajo y una gran chocolatada con la que los vecinos pudieron entrar en calor.
Una celebración de origen prerrománico que fue reconstruida en 1987 por la Asociación Cultural Omaña y en 1997 recuperada por la Asociación Cultural Ares de Omaña para convertirse en una de las Mascaradas de Invierno más reconocidas de la provincia.
Un antruejo en el que además de mantener la tradición y la identidad de este pueblo, sirve para aunar a todos los vecinos. Organizado por el Ayuntamiento de Riello, es la gente la que mantiene los trajes y hace posible que cada carnaval se celebre.
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