La tradición no se pierde, se vive de forma diferente. Los zafarrones, el toro, el torero, el ciego, el lazarillo, el abanderado o los gitanes este año tendrán que vivir el antruejo desde casa. Riello no revivirá este año una de las tradiciones con ... mayor arraigo en la zona de Omaña a causa de la pandemia.
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«Ante el escenario actual debemos priorizar la salud de la gente a mantener esta tradición, nos quedan muchos años de disfrutar de este carnaval todos juntos», comenta a leonoticias Manuel Rodríguez alcalde de Riello, entidad que organiza este antruejo.
Las calles respirarán silencio este sábado, 13 de febrero, sin las carreras y saltos de los Zafarrones haciendo sonar sus cencerros con objetivo amedrentar y generar ruido, la plaza estará más frio sin el calor que desprende la hoguera y las antorchas que portan estas figuras demoníacas y el pueblo en general más hambriento de bailes, jolgorio y en definitiva de alegría. «Este año habrá que vivir la fiesta de otra manera, siendo conscientes que una tradición de tantos años no se va a perder por no salir un año», apunta Manuel Rodríguez.
'Don Covid' ha podido con Don Carnal en cuanto a enseñar este festejo a los cientos de turistas que cada año se acercan para rememorar o conocer esta tradición que cada vez tiene más adeptos. «Cada uno desde su casa vivirá su particular carnaval, no faltará los dulces típicos y alguno se animará hasta con un baile», afirma el alcalde de Riello.
Una celebración de origen prerrománico que por fortuna fue reconstruida en 1987 por la Asociación Cultural Omaña y en 1997 recuperada por la Asociación Cultural Ares de Omaña para ser a día de hoy una de las Mascarada de Invierno con más reclamo y prestigio de la provincia.
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Un antruejo en el que además de mantener la tradición y la identidad de este pueblo sirve para aunar a todos los vecinos. Organizado por el Ayuntamiento de Riello, es la gente la que mantiene los trajes y hace posible que cada año este festejo se celebre.
Los zafarrones son el personaje identitario de este antruejo. Llevan el rostro pintado de negro o cubierto con una careta negra hecha con piel, cartón o madera, ropajes compuestos por pieles de animales sobre una amplia blusa de color blanco y unos pantalones blancos y ceñidos, calcetines de punto y un cinturón o cuerda del que cuelgan cencerros.
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Pero además, está el toro siempre unido al torero que simulan torear a toda la gente, especialmente a las mozas. Está realizado sobre un armazón rectangular de madera y mimbre, para apoyar los hombros. Todo se cubre por una sábana y en su parte delantera se sujeta la cabeza de madera y piel con largos cuernos.
El torero viste ropa convencional, generalmente de pana, sobre la que pone una túnica roja, larga y abierta en sus laterales. Su misión es torear y evitar que el toro se meta con la gente.
Otros personajes que aparecen son el ciego, el lazarillo, el abanderado, y los gitanes, cuyos participantes masculinos llevan corbata y los femeninos pañoleta florida.
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Un año para revivir todas las anécdotas e historias vividas en otras celebraciones y para esperar al próximo año para correr el carnaval con mucha más fuerza.
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