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El artista Juan Antonio Cuenca junto con la raspa de la señora Sardina. Sandra Santos
Entierro de la Sardina

El triste final de la obra más efímera

El profesor del Centro de Oficios de León, Juan Antonio Cuenca, ha dado vida a las últimas once raspas que se han quemado cada Miércoles de Ceniza en el Entierro de la Sardina

Miércoles, 14 de febrero 2024, 08:15

La señora Sardina, viuda del Boquerón, ha fallecido. Tras recibir los Santos Sacramentos y la Salsa de Ajo, su raspa será conducida en procesión funeraria a la hoguera, donde se convertirá en polvo este Miércoles de Ceniza.

Es una de las tradiciones más arraigadas de León y de las más divertidas. Este miércoles se celebra el Entierro de la Sardina, que despide el carnaval y da inicio a la Cuaresma. La raspa de la sardina descansa ya en el hall del Ayuntamiento de León, a la espera de recibir el calor de la hoguera por la noche. Esta será la última vez que Juan Antonio Cuenca García, profesor del Centro de Oficios de León, vea arder su obra.

La de este 2024 es la última raspa que realiza, una pieza tan especial como efímera que nace sabiendo que su destino es el fuego. Como en las fallas de Valencia, el artista afronta la obra sabiendo que va a desaparecer. «Cuando empieza arder da un poquito de pena», reconoce entre risas Juan Antonio, que asume este trabajo como una lección de que «nada es para siempre» . «Dejas que se transforme en polvo y ceniza», comenta.

Un encargo el de realizar la sardina que el próximo año cambiará de manos para recibir nuevas ideas y propuestas. Sus once señoras sardina han tenido versiones tan diversas como curiosas, desde una raspa gótica hasta una amorosa u otra medieval. El taller de carpintería se encarga de hacer la caja, y la raspa y la decoración son tarea del artista, que se deja llevar para dar un toque único a cada obra. «Voy jugando, no tengo nada pensado y así va surgiendo un diseño diferente», explica.

Cambio de materiales

Cada sardina es diferente como lo son las circunstancias que rodean su creación, porque, dependiendo de la carga de trabajo, hay años que la obra «ya está hecha del año anterior» y otros, como este, que se ha entregado en el último momento para que tenga «su triste final».

Con los años y la experiencia la pieza ha ido cambiando, adaptando tanto su forma como los materiales. Recuerda Juan Antonio que la primera que realizó era de corcho, que al arder provocó un humo muy denso y negro. Se optó así por avanzar hacia materiales más naturales como la madera, el papel y el cartón, que combinan con el esparto de las raspas y recuerda a la vestimenta de los antruejos.

Sin temática definida este año, la raspa incluye como novedad motivos de celofán naranja para darle un «toque de color especial» a la última sardina del artista, a la que reconoce que ha dedicado tiempo para culminar el conjunto, incluyendo la caja, con una decoración «elegante y limpia».

La pobre sardina, de la que ya solo quedan las raspas, procesionará por el centro de León acompañada de su cortejo fúnebre para encontrar su destino final en las llamas de la hoguera de San Marcelo, donde un banquete ofrecido por su familia marina dará inicio a la cuaresma.

El origen de la tradición

El Entierro de la Sardina supone el fin del carnaval, una ceremonia con la que se quema el pasado para renacer con fuerza tras las fiestas. Existen diferentes teorías sobre el origen de esta tradición. Una de ellas se remonta al siglo XVIII, cuando el rey Carlos III regaló a la nobleza madrileña un cargamento de sardinas para el tiempo de Cuaresma. El pescado llegó a Madrid oliendo muy fuerte, por lo que las sardinas tuvieron que ser enterradas en la ribera del río dando así origen a una tradición que se repite en prácticamente toda España.

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