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La sardina arde en la plaza de San Marcelo ante la atenta mirada de los zafarrones de Riello y los cientos de fieles que quisieron darle el último adiós. Macarena Chamorro
Miércoles de Ceniza - Entierro de la Sardina

León vuelve a llorar a Doña Sardina

El cortejo fúnebre recorre de nuevo este Miércoles de Ceniza las calles de una capital que despide al Carnaval con un sentido 'entierro de la sardina' para dar paso a la Cuaresma | El fiscal, el monaguillo y el obispo acompañaron al manjar a su triste final con unas sentidas plañideras | «Acordémonos de los políticos, que siguen haciendo el canelo, mientras se tiran de los pelos», rezó parte del responso

Miércoles, 2 de marzo 2022, 21:29

León no podía estar más triste.

El cortejo fúnebre avanzaba a paso lento, negando el triste final a un ser tan querido como ella. El trágico destino estaba escrito para Doña Sardina y sus plañideras se resistían a la despedida.

El Miércoles de Ceniza transformó a la capital de viejo reino en luto y lamento en un entierro de la sardina que congregó al fiscal, al monaguillo y al obispo para acompañar hasta el polvo a este suculento manjar.

Los zafarrones de Riello ejercieron de verdugos ante el llanto incontenido de sus seres queridos, que la acompañaron hasta la hoguera guiados por por los cencerros y los responsos musicales de la banda.

Amargo entierro

No quiso amargar en demasía el obispo, mientras las llamas hacían su trabajo, y menos en un año en el que la pandemia había permitido dar digna sepultura a la sardina.

Eso sí, hubo recuerdo para unos políticos que siguen haciendo el canelo, mientras se tiran de los pelos, y mensajes para Mañueco, a quien pidió que no se olvide de lo prometido y se acuerde de un León abandonado, que dicen ha rugido, y no merece dicho final, aunque, para el clero, la cosa pinta mal.

Galería. Cortejo fúnebre del Entierro de la Sardina.

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Galería. Cortejo fúnebre del Entierro de la Sardina. R.F.

Las últimas voluntades las suscribió el fiscal que, para mofa y escarnio de quienes intenten abusar de las nobles gentes de este pueblo, permitía quemar a la sardina en representación de aquellos al que el pueblo apeteciera quemar y que todos tenemos en la mente.

Y es que, a León parece haberle mirado un tuerto, dijo la autoridad competente, o cagado una pega, que dirían sus gentes, por lo que a modo de guiño se permitirá a los leoneses que en esta cuaresma se siga comiendo jamón, cecina o botillo.

Con vivas a Don Carnal y Doña Cuaresma, y sin ganas de hacer distingos, León borró de un plomazo sus excesos carnavaleros y cambió la careta por el capillo, el disfraz por la túnica para dar paso a la Cuaresma mientras la sardina se iba hasta el cielo.

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