La dulce tentación de don Carnal

Disfraces, diversión, originalidad, telas, sombreros, pelucas, pinturas y maquillajes, todas estas palabras pueden asociarse con el Carnaval pero esta fiesta es mucho más que eso, es un estado de ánimo que se traduce también en la mesa.

La fiesta más camaleónica tiene también su versión gastronómica y esta es muy dulce. En febrero, las confiterías conceden todo el protagonismo a las orejas, que ocupan los mejores espacios de los expositores a la vez que entretienen a todo aquel que quiera dedicar una tarde a la cocina.

Pero este no es el único dulce típico del carnaval, las rosquillas y la leche frita también son habituales en cualquier pastelería que respete las tradiciones, como es el caso de La Asturiana o El Horno Cadenas, establecimientos que además de optar por los dulces más típicos apuestan por la innovación y lo demuestran con las caretas, unas pastas especiales muy llamativas que buscan ir acordes con la fiesta del disfraz, o las flores de chocolate.

Muchos pueden ser los confites originales con motivo del Carnaval pero una cosa está clara, da igual la cantidad de rosquillas o leche frita que se elabore, o lo llamativas que sean las caretas, los dulces estrella del carnaval siguen siendo las orejas. Casi tan populares como los disfraces más recurrentes.

Y el secreto de unas buenas orejas está en muchos detalles, sobre todo en los más mínimos. Desde el grosor de la masa hasta el tiempo de fritura pasando por los productos que se utilizan en su elaboración, todo importa para que las orejas estén en su punto: crujientes, finas y con sabor.

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