rubén fariñas
Martes, 28 de febrero 2017, 21:33
Sin salida, perseguidos por seres ancestrales y sin posibilidad de escapatoria. Los antruejos han llegado a la capital leonesa y no han querido dejar a nadie tranquilo.
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Es un desfile diferente, colorido y ruidoso, pero sobre todo tradicional y folklórico que revive la ... esencia de los antepasados de la provincia de León.
La cita con los antruejos ha vuelto a reunir a miles de personas en las calles de León para disfrutar de las diferentes formas y formatos que tiene el Carnaval en una provincia rica en costumbres y que trata de recuperar las leyendas de su pasado milenario.
El Carnaval Tradicional de Santa Olaja de Eslonza abría el cortejo con sus bailes y aspavientos para asustar a los vecinos de la capital. Carátulas de piel de conejo, crines de caballo y orejas de conejo crean el temor de estos seres llegados de la vega del Esla.
Desde más lejos, desde tierras bercianas, llegó el antruejo del Bierzo. Su entroido alcanzó León con plumas, huevos y harina que arrojaban a los viandantes. A lomos del burro el pollino y el resto portando diferentes harapos.
Llegados de los lugares más recónditos
Los zamarrones de Riaño, con sus vestidos de pastores de oveja con zamarra, zahones y polainas corrían tras las mozas con el torero, la vieja, el oso y la plañidera. También acudieron a la cita con los leoneses la Zafarronada Omañesa y los rostros antiguos de madera y trajes blancos que venían acompañados de antorchas y sacos llenos de ceniza.
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La Mascarada de Invierno de La Cuesta, en La Cabrera, se hicieron notar con sus campaneirus que llevaron el ruido cubriendo el rostro con sacos y apariencia de personajes que trataban de asustar a los más pequeños.
Tras ellos, los Antruejos de Cimanes del Tejar, que participaron en la cabalgata por primera vez. El guirrio, su personaje principal, llegaba con los cencerros y papeles de colores en la cabeza mientras se empleaban en correr y fustigar a las mozas y a los vecinos con las tenazas, la vejiga o el rabo de raposo.
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Caos con el pellejo
La mala organización deslució el desfile, que se cortó durante un cuarto de hora en la calle Ancha, hasta que los Antruejos de Carrizo de la Ribera llegaron con sus tetumbos. Sonaban las trompas, daban color las cartulinas y su muñeco sujeto a un poste recorría el empedrado suelo leonés. La locura del pellejo trataba de ser controlado por sus captores para que no hiciera de las suyas con los asistentes.
El color y la fiesta lo traían desde Velilla de la Reina. Sus antruejos representan los ritos mágicos de culto, caza y fertilidad, destacando el toro y el guirrio blanco que fustigan a la gente y levantan en volandas a las mozas casaderas volteándolas tres veces.
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Cerraron el desfile los Jurrus y Castones de Alija del Infantado y sus representaciones teatrales de guerras tribales entre astures y romanos. El enfrentamiento del gran jurru con el jefe de los castones puso el show al son del cuerno de guerra.
Un Carnaval más, la esencia de lo ancestral y la tradición de la provincia de León se ha dado cita en la capital para sorprender y disfrutar del fin de fiesta al ritmo del folklore, y con los antruejos como motivo icónico del León más arcaico.
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