El azote 'verde' de bata blanca

Con tono conciliador pero vehemente en sus ideas, Mónica García se afianza como referente de la oposición a Ayuso

Martes, 4 de mayo 2021, 23:37

Muchos le conocieron el 16 de abril, el día en que dijo 'no' a Pablo Iglesias. «Las mujeres estamos cansadas de hacer el trabajo sucio para que en los momentos históricos nos pidan que nos apartemos», le endilgó. Pero para entonces Mónica García ( ... Madrid, 1974) ya llevaba más de un año siendo el mayor azote a Isabel Díaz Ayuso con la gestión de la pandemia. Anestesista en el Hospital 12 de Octubre, estuvo en primera línea de batalla cuando un desconocido virus microscópico llevó al sistema público de salud al colapso. Y cuando acababa su turno de trabajo, llegaba a la Asamblea a relatárselo en primera persona a una presidenta regional que le negaba la mayor.

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Protagonista de la política madrileña casi de la noche a la mañana, la implicación de García en las lides públicas viene de atrás. Primero fue portavoz de la Asociación de Facultativos Especialistas, luego se zambulló de lleno en la Marea Blanca que lleva una década denunciando la oleada de privatizaciones del PP en la sanidad pública y finalmente aterrizó en el Parlamento regional de la mano de Podemos. Consiguió su acta en 2015 por los pelos, pero a partir de ahí inició una carrera política fulgurante.

En 2019 llegó la escisión e Íñigo Errejón lo tuvo claro. Se tenía que llevar a sus filas a aquella anestesista indomable y vehemente que, además, corría el peligro de caerse de las listas moradas. García, más identificada con las tesis pragmáticas de la ola 'verde' europea que con el izquierdismo radical, no tardó en aceptar. Apenas unos meses después, la marcha de Errejón para intentar extender el fenómeno de Más Madrid a nivel nacional acabó por darle su oportunidad definitiva. Y no la ha desaprovechado.

García lleva su condición de médica a gala. No solo despliega sus conocimientos técnicos para abordar los debates sanitarios sino que también exhibe esa calma tensa necesaria en todo quirófano. Su campaña, halagada por propios y extraños, se ha caracterizado por ofrecer una cara amable, en positivo, alejada del carácter agresivo que ha planeado sobre la carrera al 4-M. Ya lo avisó cuando rechazó la oferta de convergencia de Iglesias: «No más testosterona».

Con tono conciliador pero contundente, la aspirante de Más Madrid se centró en hablar de atención primaria, de ecologismo, de vivienda y de conciliación familiar y laboral cuando los demás proclamaban aquello de «democracia o fascismo» o «comunismo o libertad». Su resultado es el triunfo de la normalidad en unas elecciones con demasiadas dosis de épica.

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