Pedro Sánchez tiene claramente identificados los que, a su juicio, fueron los grandes lastres del PSOE en las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo y pretende neutralizarlos para que no perjudiquen sus opciones de remontada el próximo 23 de julio: las cesiones al ... independentismo, Bildu y la gestión del Ministerio de Igualdad, personificada en Irene Montero. En su partido hacía tiempo que se venía hablando de ello, pero este lunes él mismo los señaló en una de esas entrevistas en campo contrario con las que, tras una legislatura más centrado en los medios nicho de la izquierda, aspira ahora a ensanchar su base electoral y contrarrestar el rechazo que ha suscitado su acción de Gobierno en parte de la sociedad.
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La estrategia está pensada al milímetro. Después de haber visto fracasar el 28-M su intento de enterrar todas las polémicas de su mandato bajo una pila de datos económicos objetivamente positivos -un ritmo de crecimiento superior a los países del entorno, una inflación inferior a la media y un récord de más de 20 millones de afiliados a la Seguridad Social-, los pensadores del PSOE han llegado a la conclusión de que Sánchez debe arriesgar para intentar llegar al máximo de gente posible y no pisar sobre seguro. De ahí su empeño en celebrar debates y su disposición a vérselas con todo tipo de líderes de opinión, sean o no de su cuerda.
Ante el periodista estrella de Onda Cero, Carlos Alsina, el jefe del Ejecutivo evitó este lunes el tono agresivo o «arrogante» que sabeque se le atribuye en algunos ámbitos -porque así se lo planteó la semana pasada a la vicepresidenta Nadia Calviño el mismo comunicador- y trató de hacer digeribles todos esos asuntos que entiende, según dijo, que han llevado a muchos de sus votantes a retirarle la confianza.
Así, justificó que, efectivamente, hizo lo contrario de lo que había dicho en la campaña de 2019 que haría con el independentismo catalán -«Pero creo que los resultados están ahí y que, sin haberse resuelto del todo, Cataluña es uno de los principales activos de este Gobierno», adujo-; matizó que cuando dijo que «no dormiría tranquilo» con Podemos en el Gobierno habló específicamente de la presencia de esa formación en determinados ministerios en los que Pablo Iglesias había exigido entrar (Hacienda, Transición Ecológica y Seguridad Social); o minimizó el alcance de su relación con Bildu, hasta el punto de asegurar que los populares, a los que siempre ha acusado de obstruccionismo, han apoyado más reales decretos leyes que la izquierda abertzale, 51 frente a 48 . «No hay un acuerdo de Gobierno (con la izquierda abertzale). Ha habido acuerdos puntuales -esgrimió- sobre leyes concretas».
El presidente del Gobierno y el PSOE en su conjunto llevan desde los pasados comicios marcando distancias respecto a las dos fuerzas independentistas que su socio de coalición luchó por incorporar a la «dirección de Estado» y sobre las que él mismo ha hecho pivotar muchas de sus principales políticas esta legislatura. Este lunes se vanaglorió de que de nuevo haya un alcalde socialista y no uno soberanista en Barcelona y negó el más mínimo reconocimiento sobre ese logro al PP, que con su apoyo gratuito, sumado al de los comunes, hizo posible que Jaume Collboni se hiciera el sábado con el bastón de mando de la ciudad. «No deja de ser curioso que parezca que el señor Feijóo es un hombre de Estado cuando no ha hecho más que lo que hizo (Manuel) Valls en 2019 o lo que ha hecho el PSOE en Pamplona», dijo incluso.
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Lo cierto es que todas las encuestas indican que las mínimas posibilidades de que vuelva a gobernar pasan por el acuerdo con esos socios incómodos. Sánchez obvió ese detalle, aunque dejó claro que no contempla una abstención para evitar que el PP tenga que pactar con Vox y que intentará reeditar la coalición, en este caso, con el Sumar de Yolanda Díaz, con quien insinuó que la gobernabilidad será más sencilla que con Podemos. De hecho, no dudó en apuntar a la apartada ministra de Igualdad como uno de los problemas con los que ha tenido que lidiar. Y admitió: «La apelación al feminismo integrador es la tarea pendiente que tiene la España progresista».
El PNV toma posiciones ante la eventualidad de un cambio de Gobierno con mensajes hacia fuera y hacia dentro del País Vasco. El presidente de la formación, Andoni Ortuzar, dejó caer este lunes a Alberto Núñez Feijóo, en Radio Popular, que si insiste en «comprar toda la mercancía ultra» a Vox tendrá difícil obtener su apoyo, pero también apeló a su posibilidad de negociar con los populares como ventaja sobre Bildu de cara al 23-J . «Si gana el PP con Vox, votar otras opciones es muy poco práctico -dijo-, y si gana Sánchez, va a tener que contar con nosotros».
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