En su despacho en el Congreso, lleno de libros y presidido por una gran foto de su mitin en la Puerta del Sol de Madrid en 2015, el candidato de Unidas Podemos, Pablo Iglesias (Madrid, 1978), recibe a este periódico con la mirada puesta ... en conseguir este domingo un resultado que le permita forzar al PSOE a contar con la coalición morada tras el 10-N.
-Los españoles van a votar este domingo por cuarta vez en cuatro años, ¿quién es el culpable de este fracaso?
-Creo que las razones por las que vamos a elecciones son evidentes. Alguien convenció a Pedro Sánchez de que una repetición electoral les acercaría a la mayoría absoluta y a nosotros nos hundiría. A día de hoy es evidente que eso no va a ocurrir, así que espero que tras estas elecciones la sensatez se abra paso y haya un gobierno de coalición de izquierdas. Con todo, soy consciente de que la primera opción de Sánchez va a ser otra y va a buscar a Casado.
-Pedro Sánchez ya ha pedido que se le deje gobernar en solitario si gana las elecciones, incluso ha insinuado una reforma de la Ley Electoral para que gobierne la lista más votada.
-No sé si es muy elegante intentar cambiar las reglas de juego cuando parece que la coyuntura te puede beneficiar a ti. España no es un sistema presidencialista sino un sistema parlamentario y cuando alguien no tiene mayoría absoluta tiene que buscar acuerdos que en buena parte de nuestras comunidades autónomas se han traducido como es normal en gobiernos de coalición. En el debate, Sánchez me sorprendió porque dejó claro su camino. Es verdad que dijo que no querría gobernar con el PP, pero se acerca a lo que algunos llaman la ' gran coalición blanda', es decir, buscar un acuerdo económico con el Partido Popular con la excusa de Cataluña que le facilite gobernar.
-¿Qué le lleva a pensar eso?
-Hay varias señales. En el debate del lunes dijo que ni el PP ni Ciudadanos le dejaron gobernar, no nos nombró a nosotros. También dijo que Nadia Calviño iba a ser vicepresidenta económica, lo cual es claramente un mensaje a Bruselas de que va a hacer los recortes que pidan.
-¿Cómo va a intentar seducir al PSOE en el caso de que sumen para formar gobierno?
-Eso va a depender del peso que tengamos. Si nosotros salimos fuertes de las elecciones del día 10, creo que Pedro Sánchez lo va a tener muy complicado. Si Unidas Podemos está fuerte y el PSOE llega a un pacto con el PP, hay muchos socialistas que no van a volver a votarles nunca. Y luego hay otro factor que no se está teniendo en cuenta. Si efectivamente Vox aumenta sus escaños en estas elecciones Casado lo va a tener complicado para cerrar ese acuerdo con Sánchez. Si nosotros estamos fuertes y al mismo tiempo si Casado le dice que no, a Sánchez no le va a quedar más remedio que negociar con nosotros.
AL DETALLE:
Pactos.
«Si Podemos está fuerte y Vox aumenta sus escaños, Sánchez tendrá que negociar con nosotros»
Cataluña.
«Quieren hablar solo de Cataluña para no hacerlo de la desaceleración económica que se avecina»
Debate interno.
«Hemos hecho algunas cosas mal, por ejemplo, el manejo de nuestros debates internos»
-¿Se ve sentado con Sánchez el día 11 de noviembre? ¿Y con Errejón?
-Nosotros salimos a ganar. Si ganamos ofreceremos un acuerdo de coalición a Pedro Sánchez y a todas las fuerzas políticas cuyos escaños sean necesarios para formar gobierno, sin exclusión.
-¿Es consciente de que la presión va a ser grande para que no se repitan las elecciones?
-Depende. Si nosotros negociamos un acuerdo con el PSOE estoy convencido de que ciertos poderes económicos volverían a presionar para que hubiera repetición electoral o cualquier cosa antes de que nosotros gobernemos. Ojo, es lo que ha pasado en los últimos cinco años. Cuando nosotros decíamos «hay números para echar al PP» tardamos un año en convencer a Sánchez para que la moción saliera adelante. Esto está costando, pero lo vamos a conseguir. En política, lo que no te mata acaba cicatrizando y te hace más fuerte.
-¿Es la abstención es el enemigo de la izquierda a batir en estos comicios?
-Yo creo que la abstención es siempre mala. Todos tenemos que desear que la participación sea lo más alta posible.
-¿Cómo cree que está afectando la crisis en Cataluña a la campaña electoral?
-Algunos quieren hablar exclusivamente de Cataluña para no responder a la pregunta fundamental y es que todos los economistas están alertando de una desaceleración económica. Los últimos datos del paro confirman que estamos en los peores números desde el año 2012. Creo que sería muy importante que las formaciones políticas digamos lo que vamos a hacer ante la crisis, si los recortes los hacemos por arriba o por abajo. Sospecho, por lo que escuché a Sánchez en el debate, que Cataluña puede convertirse en su excusa para buscar el acuerdo del PP. Hubo dos propuestas raras de Sánchez, dijo que había legislar para evitar un referéndum como el que se produjo el 1 de octubre, ¿pero no habíamos quedado en que eso no era un referéndum? Y afirmó que traería a Puigdemont a España. Es una imagen ridícula imaginar al presidente encabezar un escuadrón de Geos en Waterloo, la típica cosa que dicen Rivera y Abascal en sus grandes momentos. Sánchez, que decía que España es una nación de naciones, ahora creo que usa Cataluña para ponerse de acuerdo con Casado y aplicar recortes por abajo.
-Usted defiende aplicar los artículos sociales de la Constitución como base de su programa electoral. ¿Cree que desde Bruselas se lo van a permitir si gobierna?
-Somos conscientes de los límites que establece la Unión Europea, de que vivimos en una democracia limitada. El Gobierno y nuestro parlamento no tiene política monetaria... Pero hombre, estando España a siete puntos porcentuales de diferencia con la media europea en justicia fiscal, y esto lo decía la ministra Montero, tenemos margen para hacer cosas.
-¿Puede concretar?
-En España hay mucho fraude fiscal de las grandes empresas que perseguir, mucho paraíso fiscal que perseguir. También hay 60.000 millones que dimos los ciudadanos a los bancos en forma de rescate que hay que recuperar por medio de una subida temporal del impuesto de sociedades... Tenemos mucho margen para ponernos la media europea, pero somos pragmáticos con los límites.
-¿Qué garantía de ello tienen los electores de izquierdas?
-Los electores se han dado cuenta de que cuando el PSOE necesita nuestros votos nos firmna lo que haga falta, la nacionalización de la banca si es necesario. Pero luego, si no estamos en el Gobierno, si te he visto no me acuerdo. Creo que mucha gente que es votante del PSOE nos va a votar este domingo porque sabe que su partido promete cosas que nunca hace.
-¿Pondrá su cargo a la disposición de la militancia si los resultados son malos?
-Por su puesto.
-¿Convocaría entonces un referéndum sobre su continuidad al frente de Podemos?
-Lo primero que haría sería reunir al Consejo Ciudadano de Podemos, poner mi cargo a su disposición y a partir de ahí plantear que los inscritos tienen que decidir.
-¿Un Vistalegre 3?
-Bueno, vamos a esperar a las elecciones, pero el Consejo Ciudadano es soberano.
-¿Por qué no hay mujeres liderando los grandes partidos en este país?
-Ha ocurrido una cosa rara, nadie imaginaba que Pedro Sánchez ganaría las primarias del PSOE a Susana Díaz, o Pablo Casado a Sáenz de Santamaría y a Cospedal. Es muy hermoso que esto llame la atención, hace unos años no hubiera sorprendido un debate solo con tíos, pero que esto genere preguntas es representativo de la realidad social. No va a ocurrir durante mucho más tiempo que todos los candidatos de los principales partidos sean hombres. Pero es importante que esto también se note en el mundo de la empresa, donde las mujeres directivas son minoría.
-¿Cómo se plasma esto en su programa?
-Proponemos una ley de igualdad retributiva que plantee sanciones a las empresas en las que haya, por el mismo trabajo, salarios con más del 20% de diferencia entre mujeres y hombres.
-Se cumplen cinco años de la fundación de Podemos, ¿hay algo de lo que se arrepienta especialmente en todo este tiempo?
-Hemos hecho algunas cosas muy mal, por ejemplo el manejo de nuestros debates intentos, hemos demostrado como no hay que hacerlo. Espero que eso en el futuro seamos capaces de corregirlo porque ha fundido a muchos inscritos que entienden que los trapos sucios se tienen que lavar en casa. Pero también hemos hecho una cosa muy bien, no nos hemos vendido. El hecho de que no pidamos dinero a los bancos y que hayamos demostrado que no se nos compra con sillones sino que queremos competencias, creo que revela que somos de verdad.
-Su minuto de oro del debate se lo regalo a una trabajadora precaria. ¿Qué le diría si este domingo las formaciones de la derecha suman?
-Que perdimos una oportunidad de haber formado un gobierno que podía haber sido una referencia en Europa. Un gobierno que combinara la experiencia del PSOE con nuestra valentía. Creo que la gente sabe que nosotros hicimos lo imposible porque eso fuera posible, hicimos renuncias que nunca se habían hecho en España. Cuando preparaba el debate pensé que los minutos de oro suenan impostados, así que decidí que contar el caso de esta persona en concreto era más potente contar el caso concreto de esta persona.
-A lo mejor también esperan autocrítica de su parte.
-Claro que sí, y tenemos que aceptar que hay cosas que no hemos hecho bien. Para empezar, no podemos aceptar que una negociación se haga en ocho horas, para seguir, nosotros no nos podemos permitir ser tan ingenuos. Yo me equivoqué creyendo a Sánchez, tuve una discusión con mis compañeros que decían que el PSOE nunca iba a aceptar gobernar con nosotros, pero yo creí en el razonamiento que hacía José Luis Rodríguez Zapatero y propuse ir más suave con el PSOE, más que otras veces, y hacer renuncias.
-Hay una sensación generalizada de que las fuerzas de la derecha son capaces de pactar, pero los partidos de izquierda no.
-Tienen clarísimo lo que representan y a quién defienden. Era muy divertido ver a Vox y a Ciudadanos en el debate, si piensan lo mismo de fiscalidad. Tiene que ver con a quién defiendes, a los privilegiados o a la mayoría social. En eso están perfectamente de acuerdo. A mí el libre comercio me parece genial, pero que sea libre de verdad, que quien haga negocios aquí pague impuestos aquí. Creo que en el PSOE hay una enorme diferencia entre las bases, las mismas que fueron capaces de derrotar al aparato del partido en las primarias, y sus dirigentes, que cuando toca poder se olvida de algunas cosas y está más cerca de los poderes económicos que de sus bases.
-Después del fracaso de este verano, en lo que se llegó a lo personal con su veto como vicepresidente, ¿se puede reconstruir la relación entre Unidas Podemos y el PSOE?
-No creo que se llegara a lo personal, creo que el veto es político. No creo que Pedro me tenga una animadversión personal. En política hay que estar por encima de eso, la relación es cordial, pero si no lo fuera daría igual, aquí no estamos para hacer amigos, estamos para gobernar y cambiar la vida de la gente. Entiendo el interés que generan las relaciones entre los políticos pero siempre digo que Pedro es igual en público que en privado.
-Después de todos estos altibajos, ¿echa de menos su vida tranquila de profesor universitario?
-Sí, inevitablemente. En mi caso era muy vocacional, era muy feliz dando clase, siendo analista en algunos medios, que encima te pagan. Pero al mismo tiempo creo que merece la pena lo que estamos haciendo. En cualquier caso esto no puede ser eterno, espero poder volver a ser profe y dedicarme a mis cosas, esto es temporal.
-¿Volverá a ser profesor entonces?
-No entiendo que la política sea una profesión que dure más de 25 años, creo que todos tenemos que tener una profesión y nos podemos dedicar a la política un tiempo. Alguien con quién yo pensaba muy diferente, Rubalcaba, que podía haber terminado en el consejo de administración de alguna empresa, decidió volver a su puesto de profesor de Química en la Complutense... Así debe ser.
-¿Con Rubalcaba hubiera sido más fácil ponerse de acuerdo?
-Fíjate de que a pesar de que podíamos tener muchas diferencias políticas, creo que era un gran político, un tipo muy listo. Hubiera negociado, claro, aunque nos hubiera intentado hacer la trece-catorce en la negociación.
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