Escenario bipolar

La mejor demostración de que Mariano Rajoy y Pablo Iglesias han conseguido polarizar la campaña en provecho mutuo es que no se ven emplazados a clarificar su política de alianzas. Rajoy se permite desconfiar de Ciudadanos para requerir implícitamente la abstención de los socialistas en el caso probable de acabar primero. Iglesias invita también a Pedro Sánchez a que secunde sus aspiraciones como el mejor situado en la izquierda. Lo cual complica la vida a quienes se resisten a asistir como convidados de piedra a este último tramo de la campaña electoral. Especialmente cuando no saben qué decir si se les inquiere respecto a sus propósitos después del 26 de junio.

La polarización ha silenciado las declaraciones victoriosas, ciertamente forzadas, de los socialistas. Sánchez no se siente ya con fuerzas para anunciar que va a vencer a las encuestas. Por su parte, Albert Rivera se ha visto en el brete de pronunciarse sobre la figura de Rajoy como eventual línea roja. Quedan tan solo tres días de campaña y una jornada de reflexión. Un tiempo que puede resultar lacerante para las formaciones que aparecen como secundarias en los sondeos de opinión. Sobre todo porque su concurso es imprescindible para asegurar que no habrá unas terceras elecciones.

Las formaciones que protagonizan la polarización, en la seguridad de que acabarán en los dos primeros puestos del escrutinio, PP y Unidos Podemos, transfieren la responsabilidad de evitar el fracaso de la nueva legislatura a los demás, especialmente a los socialistas y en menor medida a Ciudadanos. A sabiendas de que el envite suscita un verdadero cisma en las bases de quienes intentan zafarse de la condición secundaria a la que les condena la demoscopia.