Mercedes Gallego
Nueva York
Jueves, 8 de octubre 2020
Meter en la sala a un paciente enfermo de covid-19 hubiera sido más que irresponsable, por muchas divisiones de plexiglass que se pusieran, así que la Comisión Presidencial de Debates anunció este jueves que el próximo debate de Miami se celebrará el jueves de ... forma virtual, con los candidatos en remoto desde distintas ubicaciones sin definir.
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Trump precisó la suya en directo a través de Fox News: «¡No voy a perder el tiempo en un debate virtual, eso es ridículo!», dijo a la presentadora Maria Baritomo, que se ha llevado la primera entrevista del mandatario durante su convalecencia.
No es que Trump haya estado en silencio. El presidente ha grabado tres videos que ha colgado en las redes sociales, ha posado para las cámaras –sin mascarilla- haciendo el saludo militar desde el Balcón de Truman, ha difundido fotos de él pretendiendo que trabajaba desde el hospital (uno de los documentos que firmaba resultó estar en blanco) y ha lanzado una traca de tuits de más de medio centenar en dos horas con la que ha batido su propio récord.
El miércoles planteó su enfermedad como «una bendición de Dios» y una muestra de liderazgo, porque eso le ha permitido «ponerse en primera línea» y prestarse a recibir un tratamiento experimental que ahora podrá extender al resto de la población. «Lo pedí yo, tomé la decisión yo mismo», ha dicho. Sólo diez pacientes fuera del estudio clínico han tenido acceso a ese cóctel médico. Según las cuentas del senador Bernie Sanders, los cuatro días de hospitalización en el Walter Reed le hubieran costado a un estadounidense cualquiera más de cien mil dólares, que en este caso son financiados por los contribuyentes.
«Y luego ataca la «medicina socializada» todos los días», tuiteó el excandidato presidencial. «Hipocresía total. Para Trump la medicina socializada es mala para todos menos para él».
No se sabe si Trump aún no se ha acostumbrado a los encuentros virtuales que han transformado la sociedad durante la pandemia o ha visto en este cambio una oportunidad para salirse de un compromiso que la semana pasada le costó un descenso en las encuestas. El público no apreció su estilo irrespetuoso con el que no dejó hablar a su rival Joe Biden. Este jueves su segundo de a bordo, Mike Pence, mucho más educado, también tuvo problemas para seguir las normas más básicas del debate único que sostuvo con Kamala Harris, la senadora de California que acompaña a Biden como pareja de gobierno.
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Con ambos jefes en avanzada edad –Trump 74 y Biden 77-, cualquiera de los dos podría convertirse en presidente durante el próximo mandato. Pero lo que acaparó la atención del público no fue el discurso ideológico, sino la impasibilidad de Pence ante una atrevida mosca que se posó sobre sus cabellos grises bien peinados durante más de dos minutos, para deleite de sus detractores. «¡Las moscas siempre se posan en la mierda!», se mofaban de él en las redes sociales.
Biden aprovechó rápidamente el revuelo para tuitear una foto suya sosteniendo un matamoscas con un llamado a capitalizarlo: «Ayuda a esta campaña a volar con 5 dólares», decía el post de recaudación de fondos, que jugaba con el doble sentido de mosca («Pitch in $5 to help this campaign fly»).
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