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Martes, 3 de noviembre 2020, 00:18
El voto de los estadounidenses de este martes 3 de noviembre solo les corresponde a ellos, tal y como marcan las reglas de la democracia. No obstante, el resultado que depare la elección del próximo presidente de Estados Unidos para los próximos cuatro años afectará ... a todo el planeta. Para bien o para mal.
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En el caso de España no hacen falta las encuestas. Se da por sentado que lo deseado a este lado del Océano Atlántico es una victoria de Joe Biden. Poco importa el sesgo ideológico. Que la canciller Angela Merkel y Donald Trump tengan nada que ver dentro del conservadurismo es manifiesto. Bastan las imágenes de sus reuniones bilaterales para intuir que la sintonía entre ambos líderes mundiales es nula. También entre Pedro Sánchez y Trump. Para el recuerdo y hemeroteca queda la imagen del presidente estadounidense mandando sentarse a Pedro Sánchez durante la cumbre del G-20 en la ciudad japonesa de Osaka. Un ninguneo, quizá desprecio, sin paliativos.
Biden es un centrista que tras de sí acumula décadas de experiencia en la Cámara de Representantes y Senado, además de una Vicepresidencia sin estridencias durante los dos mandatos de Barack Obama (2008-2016). En total, más de 40 años pisando las moquetas del Capitolio y la Casa Blanca en los que ha mostrado su carácter moderado, ni de izquierda ni de derecha. Y eso le convierte en un valioso interlocutor para España y la Unión Europea. Mucho más que un desafiante e imprevisible Donald Trump.
No es que el candidato Biden se haya prodigado en promesas sobre política exterior, pero es que el aspirante republicano, y presidente durante los últimos cuatro años, Donald Trump, ha declarado directamente la guerra comercial a Europa y a medio mundo. Su lema ha sido el famoso «America first». La presidencia de la administración Trump y su filosofía comercial han supuesto un duro golpe a las exportaciones españolas. Los aranceles impuestos desde la Casa Blanca han supuesto un serio varapalo para el sector agrícola español.
Trump apuesta por la máxima rentabilidad de las materias primas como, por ejemplo, el petróleo. Fiel a sí mismo, al poco de ocupar el Despacho Oval en enero de 2017 Trump abandonó el Acuerdo de París contra el cambio climático. Biden aboga en cambio por las energías renovables. Y aquí España es una potencia mundial, algo que no se discute por la izquierda ni por la derecha. Un presidente de Estados Unidos con sensibilidad hacia el ecologismo sería sin duda favorable para las empresas españolas del sector.
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Francisco Franco murió hace 45 años, pero su legado sigue presente. Primero por las bases militares que el dictador cedió a Estados Unidos a cambio de su reinserción en la política internacional, además del borrón y cuenta nueva por la complicidad entre el bando nacional y los nazis de Adolf Hitler durante la Segunda Guerra Mundial. Madrid y Washington se reconciliaron en 1953 con unos acuerdos que permitieron la instalación de bases militares en territorio español. Al Gobierno del PSOE y Podemos le podría interesar albergar el mando de las fuerzas militares estadounidenses para África (Africom). Supondría una importante inyección de dinero y empleo.
Queda pendiente el tema de Palomares, la costa almeriense en la que cayeron en 1966 cuatro bombas termonucleares tras un accidente aéreo entre dos aviones de las fuerzas aéreas estadounidenses. Desde Madrid, gobierno tras gobierno se ha reclamado a Estados Unidos que descontamine la zona. De todos los presidentes que han ocupado la Casa Blanca en más de medio siglo, Trump es sin duda el que más indiferente se ha mostrado al respecto.
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En España, PSOE y PP, partidos mayoritarios en el Congreso, apenas tienen nada en común más allá del centro que, según la ciencia política, elige al presidente de uno u otro lado. En Estados Unidos el sistema político es diferente. El Partido Demócrata de Joe Biden (progresista según la vara de medir en España) guarda similitudes tanto con socialistas como con populares, partidos que se encuadran en la izquierda y la derecha europea. Pero Biden, un centrista de manual, comparte con la derecha española un liberalismo comercial que choca de frente con el proteccionismo impulsado estos últimos cuatro años por Trump. Por el otro lado, Biden comparte con la socialdemocria europea y el PSOE la defensa de una robusta sanidad pública, el derecho al aborto o el matrimonio homosexual. Biden, en cualquier caso, se asemeja más de los que podría considerarse un aliado. Trump, en cambio, es imprevisible; para lo bueno y para lo malo.
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