En el cierre de la campaña hemos visto a Donald Trump hiperactivo, disparando acusaciones y subiendo el tono, y a Joe Biden con poca energía pero bastante confiado en la victoria. No obstante, el candidato demócrata se ha parapetado a última hora en su antiguo ... jefe, Barack Obama, con el que fue vicepresidente ocho años. Han ido juntos a Michigan para recabar el voto de los afro-americanos diciendo que es «la elección más importante de nuestras vidas». La inesperada victoria de Trump en los Grandes Lagos le dio la presidencia en 2016. Cuatro años después, estos mismos estados pueden convertirle en un presidente de único mandato.

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Obama ha acusado a Trump de no saber gestionar la crisis causada por la pandemia. Se ha burlado de su obsesión por juntar de forma irresponsable a miles de personas en sus mítines y presumir infantilmente del tamaño de las audiencias. El ex presidente sigue en plena forma, con una oratoria fácil y un estilo de actor de Hollywood. Su punto débil continúa siendo una cierta arrogancia, al proyectar que se siente superior al resto de la humanidad. Al salir del gimnasio en el que habían hablado, alguien ha pasado a Obama una pelota de baloncesto y sin pensárselo dos veces ha tirado a canasta desde bastante lejos y ha metido un triple. «Esto es lo que yo hago», ha comentado sonriente. Una muestra más de su enorme autoconfianza y también un error, que moviliza en su contra al votante de Trump, muy lejos del universo en el que viven los intelectuales de las dos costas.

El candidato republicano, por su parte, concentra sus esfuerzos en Pensilvania, la llave imprescindible -en su caso- para ganar en el Colegio Electoral. Este estado no ofrecerá resultados oficiales hasta que haya contado todos los votos por correo al final de la semana. Es la primera vez que en dicho territorio se puede votar siguiendo esta modalidad y las impugnaciones y litigios están asegurados. Trump ya no sabe qué argumento arrojar contra Biden y comenta que lo vencería en una pelea sin ni siquiera tener que darle un puñetazo. Su rival no toma en serio estas bravuconadas y se burla de la factura de 70.000 euros de peluquero que ha pagado el magnate neoyorquino.

José M. de Areilza es doctor en Derecho por la Universidad de Harvard, Secretario General de Aspen Institute España, miembro del Colegio de Abogados de Nueva York y profesor de ESADE.

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