Hasta qué punto una persona de avanzada edad está en plenas condiciones mentales para dirigir uno de los países más poderosos del planeta? Para descifrarlo, quizás deberíamos analizar qué es estar en plenas condiciones mentales.

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Hoy en día, ningún científico cuestiona la plasticidad de nuestro ... cerebro. Su desarrollo permanece activo durante toda nuestra vida. Sin embargo, es cierto que no lo hace igual durante toda la vida. Depende básicamente de nuestra edad, nuestra genética, nuestro cuidado y nuestras experiencias. Al igual que nuestros músculos, la mente hay que ejercitarla y cuidarla. Y algunos, lo hacemos más que otros.

En este sentido, es probable que personas como Joe Biden, senador de los Estados Unidos durante 37 años y vicepresidente de su país durante otros ocho, hayan hecho mucha gimnasia mental en su vida. Y por tanto, a pesar de su edad, pueda estar en condiciones mentales para liderar su país.

Gracias al avance de la resonancia magnética y la psicología, hoy podemos decir sin miedo a equivocarnos que la plenitud de nuestra inteligencia se adquiere entre los veinte y los treinta años (para después caer progresivamente). Ahora bien, esto es solo cierto si nos referimos a un tipo concreto de inteligencia. La que se ocupa de los procesos mentales para resolver problemas nuevos, inteligencia denominada inteligencia fluida. Y es probable que presidentes como Emmanuel Macron, que llegó al poder con 37 años, tengan mucha de ella.

Pero entonces, ¿dónde reside la sabiduría del anciano? ¿Adquirir experiencias no nos hace ser más inteligentes? La respuesta es que sí. Pero es otro tipo de inteligencia, la que el famoso psicólogo Raymond Cattell denominó inteligencia cristalizada.

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Este tipo de inteligencia nos permite resolver conflictos a través de nuestra experiencia adquirida y se alimenta en gran medida de la inteligencia fluida que anteriormente mencionamos. Es decir, es como ese viejo ordenador que procesa más lento, pero tiene un gran disco duro con infinidad de datos guardados. La gracia es que este tipo de inteligencia, a diferencia de la fluida, se desarrolla a edades mucho más tardías y además su desarrollo depende mucho de la 'gimnasia mental' que uno haya realizado.

Dicho de otra manera, personas que durante su juventud hayan tenido una gran capacidad cerebral y hayan ido posteriormente acumulando mucha experiencia en sus vidas tienen mayores posibilidades de llegar a la vejez como auténticos sabios. Para aquellos que tienen alta capacidad cerebral de jóvenes, vivir más significa aprender más, volverse «más inteligentes» (más inteligencia cristalizada).

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Esto es muy patente en Joe Biden. Su trayectoria profesional nos muestra a una persona con mucha inteligencia fluida durante su juventud. Nadie le regaló nada. Procede de una familia de clase media, cuyo padre, vendedor de coches, siempre le recordaba una frase: «Levántate, levántate después de haber sido derribado». No pudo estudiar en las universidades de las élites estadounidenses, pero su inteligencia le hizo ser con tan sólo 29 años, uno de los senadores más jóvenes de la historia de su país. Y lo fue durante 37 años, para posteriormente ser vicepresidente del país durante ocho años más. Alguien con una carrera así, algo de inteligencia fluida ha debido de tener.

¿Y qué hay de su inteligencia cristalizada, de sus experiencias de vida más allá de la política? Su vida personal está plagada de tragedias y resiliencia. Pocas semanas después de su nombramiento como senador, su esposa y su hija de un año fallecieron en un accidente de tráfico cuando regresaban de comprar el árbol de Navidad (sus otros dos hijos quedaron gravemente afectados). Años más tarde, fallecía su hijo mayor de cáncer.

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Este tipo de personas han desarrollado una gran intuición, son capaces de tomar decisiones acertadas en fracciones de segundo. Intuición que, obviamente, estará muy sesgada por sus experiencias de vida (más que por un pensamiento puramente racional, más propio de la gente joven).

Por tanto, creo que decir por definición que un septuagenario no tiene capacidad mental para dirigir un país como Estados Unidos es un error. Dependerá de cada caso. Es cierto que físicamente no tendrá la resistencia de un joven, pero fruto de su dilatada vida tendrá una gran sabiduría. Que Joe Biden sea una persona forjada en la resiliencia hace de él un individuo abierto a la vulnerabilidad, cercano y empático en el cuerpo a cuerpo. Quizá no tenga una gran capacidad de oratoria, pero sí una inteligencia empática y de escucha superior a la de muchos de nosotros.

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Como dijo uno de los más grandes presidentes de los Estados Unidos, «al final no son los años de tu vida lo que cuentan, sino la vida en esos años» (A. Lincoln).

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