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Ander AZPIROZ
Sábado, 31 de octubre 2020, 00:13
Según ha martilleado Donald Trump a lo largo de la campaña electoral, su rival Joe Biden y el Partido Demócrata no solo son «socialistas», sino también «comunistas». Que a un político le cataloguen así en Europa no supone ningún problema, pero sí en Estados Unidos. ... Y es que una parte importante de los votantes del país norteamericano asocian, todavía, la socialdemocracia con la Unión Soviética y una Guerra Fría que acabó hace más de 30 años.
El presidente y candidato republicano acusa una y otra vez a su adversario demócrata de estar vendido a la izquierda radical. «Mi oponente quiere darle todo a Cuba y a los Castro, y también quiere darle todo a Nicaragua y a Venezuela», señaló Trump en un mitin en Florida con un tono, como poco, exagerado. Solo le faltó mentar a Corea del Norte.
Las proclamas de Trump son contundentes, pero el Partido Demócrata se encuentra muy lejos del extremismo. La formación cobija un abanico de almas ideológicas, tantas que de trasladarse al sistema de partidos español podría abarcar perfectamente desde el sector moderado del PP al ala progresista del PSOE. De hecho, entre los demócratas progresistas, son pocos los que se atreven a declararse abiertamente socialistas para no espantar a sun buen número de sus votantes. Sí lo han hecho el senador Bernie Sanders o la congresista y estrella emergente del partido Alexandria Ocasio-Cortez. Ambos contrastan con el candidato Biden, que lleva más de cuatro décadas demostrando con sus votaciones en el Capitolio que es un político, cuanto menos, centrista.
Elecciones del 3 de Noviembre
Iker Barinaga / Ander Azpiroz
Rodrigo Parrado
Rodrigo Parrado
La pluralidad, por mucho que la alaben los políticos en público, puede resultar letal para un partido. En el caso estadounidense le pasó la más cara de las facturas a Hillary Clinton en 2016. Tras vencer a Sanders en las primarias, los seguidores del veterano senador socialista prefirieron quedarse en casa el día de las elecciones antes que acudir a al colegio electoral para apoyar a la ex primera dama. El resultado es de sobra conocido: Clinton perdió frente a Trump por un puñado de votos en los estados clave, pese a ganar las elecciones a nivel nacional con casi tres millones de papeletas de ventaja.
Biden y el sector liberal de los demócratas no quieren tropezar dos veces con la misma pierda. Para evitarlo, el exvicepresidente de Barack Obama y su equipo han dado espacio en su programa a muchas de las demandas de los progresistas. La flexibilidad ideológica es mutua. Rivales izquierdistas en las primarias demócratas como Sanders o la senadora Elizabeth Warren han hecho campaña activa a favor de Biden. «Lo más importante es no permitir que Donald Trump siga poniendo en peligro las vidas y el estilo de vida de todos los estadounidenses», señaló Warren a la hora de justificar el pleno apoyo a su compañero de partido y aspirante a la Casa Blanca.
No solo la izquierda del Partido Demócrata apoya a Biden. También lo hace el ala más liberal del Partido Republicano, entre ellos algunos personalidades relevantes como la viuda del excandidato presidencial y héroe de guerra John McCain o eel exsecretario de Estado y general de cuatro estrellas Collin Powell. Y hasta el expresidente George W. Bush, conservador como el que más y enemistado con Trump, ha guardado silencio sobre sus preferencias. Todo lo contrario de Obama, que se ha volcado en la campaña de su exvicepresidente.
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