Donald Trump llegó al poder con la promesa de lograr un crecimiento económico por encima del 5% anual. Tenía a favor una situación favorable, gracias al trabajo hecho por la Admnistración Obama para superar la crisis financiera. A través de un gran aumento del gasto ... público y una bajada de impuestos consiguió el pleno empleo a principios de 2020, con un histórico 3,5% de paro, aunque nunca alcanzó los ambiciosos objetivos de crecimiento que se había fijado (se quedó en la mitad). El proteccionismo comercial practicado de manera caótica y agresiva ha restado fuerza al país en estos cuatro años, así como las restricciones a la inmigración. Estados Unidos lidera la revolución digital y los ecosistemas para emprendedores en San Francisco, Austin, Detroit o Boston son difíciles de superar en otras partes del mundo. Pero el país hoy es un destino que atrae menos al talento global. En conjunto, Trump no ha sido -o no le han dejado ser- un presidente populista en el ámbito económico, vigilado por una Reserva Federal muy pendiente de controlar la inflación y limitado por un poder legislativo que solo parcialmente ha cedido a sus pretensiones de desregulación en algunas materias -sanidad, medio ambiente, mercados financieros.

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Cuando hace unos meses la pandemia produjo a la vez un shock de oferta y de demanda, la rápida reacción de republicanos y demócratas fue aprobar un paquete de estímulos que equivalían al 13% del PIB, algo nunca visto desde la Gran Depresión, que elevó un abultado déficit público hasta el 17%. Gracias a estas medidas bipartidistas de urgencia, muchos pequeños negocios no tuvieron que cerrar sus puertas. No obstante, como ha ocurrido en los países más afectados, la economía se ha resentido enormemente y el desempleo se ha disparado: subió hasta el 15% en abril de 2020 para descender después de verano por debajo del 8%. Con esta situación económica a Trump se le ha complicado la re-elección, sin convertirse en algo imposible. Su narrativa de haber conseguido el mayor despegue económico de la historia ya no se sostiene, pero sigue vendiendo optimismo ante la adversidad, algo fundamental en tiempos de crisis.

José M. de Areilza es doctor en Derecho por la Universidad de Harvard, Secretario General de Aspen Institute España, miembro del Colegio de Abogados de Nueva York y profesor de ESADE.

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