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Mercedes Gallego
corresponsal. Nueva York
Martes, 3 de noviembre 2020
Cuatro años después de que la elección de Donald Trump dejase a los estadistas boquiabiertos y descolocase el orden mundial, el magnate intenta revalidar su mandato en las urnas. ¿Qué es lo que hay que saber para entender la jornada de esta noche?
En 2016 ... se batió un record en números absolutos con la participación de 137.5 millones, pero porcentualmente sólo suponían el 61.4%, similar a las de las elecciones anteriores pero inferior al 63.6% que atrajo a las urnas Barack Obama en 2008
En EEUU no se vota directamente al presidente, sino a los 538 compromisarios del Colegio Electoral, adjudicados a cada estado según su representación en el Congreso. Salvo en Maine y Nebraska, el ganador se lo lleva todo, aunque solo tenga un voto más que su rival. De ahí que las encuestas nacionales en las que Biden no sean representativas y que el resultado pueda dar un vuelco fácilmente dependiendo de en qué casilla caigan los principales estados. El primer candidato que obtenga 270 compromisarios gana las elecciones.
Las urnas cierran entre las 6 y las 10 de la noche hora local, dependiendo de cada estado. En un país con seis usos horarios, incluyendo Alaska y Hawái, el espectáculo comenzará a la 1 de la madrugada de España, cuando cierren las urnas en siete estados de la costa Este, entre ellos dos de los que más influencia tienen: Georgia y Florida. Sin embargo, el recuento se prevé lento.
Georgia es tradicionalmente republicano y solo ha votado por un demócrata cuando este era sureño –Jimmy Carter y Bill Clinton-. Si cayera en la casilla de Biden significaría que los afroamericanos han respondido al llamado de Obama y podría indicar una tendencia similar en otros estados críticos donde tienen alta presencia, como Carolina del Norte, Pensilvania y Michigan.
Ningún presidente ha ganado la Casa Blanca sin Florida desde Kennedy, antes del desembarco del exilio cubano, con excepción de Bill Clinton en 1992, que se benefició de la presencia de un tercer candidato -Ross Perot, que dividió el voto republicano. Si Trump gana Florida se puede anticipar su derrota, mientras que Biden aún tendría posibilidades sin este estado pero necesitaría ganar Pensilvania o Carolina del Norte, en conjunción con otros estados. Aunque el estado empieza a procesar los votos por correo con anticipación, no se espera que arroje resultados pronto, porque la victoria de cualquiera de los dos se anticipa por la mínima. De saberse pronto revelaría una clara tendencia para el ganador.
El mayor notición de la noche sería que Texas votase demócrata por primera vez en décadas y si lo hiciera se lo debería a la emigración llegada de California y la población de origen hispano. El segundo estado más poblado del país ofrece 38 representantes del Colegio Electoral, más incluso que Florida, por lo que pondría a Biden en cabeza, pero no a Trump, que ya cuenta con ello. Sin embargo, es más probable que la sorpresa la de Arizona donde ambos candidatos han dedicado muchos recursos. Trump lo ganó por apenas un 3.5% en 2016, por lo que se asume que si Biden se lo lleva esta vez también ganará Nevada, que ya cayó entonces en manos de Hillary Clinton. Juntos ofrecen 17 votos, así que Biden todavía tendría que seguir coleccionando victorias de estados bisagra en el resto del país.
En Arizona se lleva a cabo un apasionante duelo por el asiento al Senado que dejó el difunto John McCain. El astronauta Mark Kelly, marido de la congresista Gabriel Gifford a la que un psicópata metió un tiro en la cabeza durante un tiroteo en el que murieron otras seis personas, le pisa los talones a la veterana de Irak Martha McSally, que ocupa temporalmente el escaño de McCain por decisión del gobernador. Al tratarse de una elección especial, si Kelly se lo arrebata tendría que ser jurado en el cargo el día 30, debilitando así la mayoría republicana en la cámara alta, que no cambiará de piel hasta enero.
Por este orden, Florida, Pensilvania, Carolina del Norte, Michigan, Arizona y Wisconsin.
Probablemente no. Dada la importancia del voto por correo en las elecciones de la pandemia, habrá que esperar a que lleguen. Pensilvania tiene tres días después de cerrar las urnas para seguir recibiéndolos y Carolina del Norte, nueve. Si Biden arrasa, es probable que Trump impugne el resultado en los tribunales. Y si lo hace Trump, su rival querrá esperar a que se cuenten los votos por correo, que previsiblemente le favorecerán.
Se buscará saber si la participación de los afroamericanos es tan alta como la que dio la victoria a Obama en 2012 (66.6%) y si Trump mejora sus resultados entre ellos. En 2016 sólo se llevó el 8% del voto afroamericano, pero una cuesta de Siena College para el New York Times le otorga esta vez un 12% gracias al voto evangélico, el apoyo de raperos como Ice Cube y el llamado «Plan Platinum» con el que promete poner a disposición de nuevos emprendedores afroamericanos 500.000 millones de dólares.
En 2016 el 52% de las mujeres blancas votó por Trump, según las encuestas a pie de urna, aunque luego un estudio del PEW Research Center rebajó ese dato al 48%, que aún seguía por encima de lo que recibió Hillary Clinton de sus hermanas blancas. Esta vez Biden le lleva una ventaja de catorce puntos, según Morning Consult Political Intelligence, y de siete puntos entre las mujeres blancas de las áreas metropolitanas en las que Trump confía para apuntarse algunos de los estados más clave.
El voto de las zonas metropolitas se considera el más decisivo de las elecciones porque oscila entre uno y otro partido, inclinando la balanza para el ganador. Negros e hispanos tienen tendencia a votar demócrata, y los hombres blancos de estas zonas siguen apoyando a Trump. La decisión recae, por tanto, sobre las mujeres de estas áreas residenciales cada día más diversas y menos amas de casa que lo que sugiere el discurso del presidente, pero reconfortadas por el mensaje de «Ley y Orden» que ha difundido el mandatario en los disturbios raciales.
Por primera vez en la historia moderna los analistas creen que sí. En grandes ciudades como Nueva York, Los Angeles, Washington o Filadelfia la policía se ha preparado para contener disturbios y ha acordonado los edificios públicos más importantes. Los comercios han apuntalado puertas y escaparates con tablones de madera y los edificios de lujo han contratado seguridad privada. Hasta Facebook se prepara para contener la violencia con herramientas que reservaba para «países de riesgo» como Sri Lanka y Miammar.
Trump es el primer presidente que se niega a decir que aceptará los resultados y facilitará una transición pacífica. Con un amplio abanico de causas judiciales abiertas en su contra, -nueves, según la revista Business Insider-, lo que hoy se juega no es solo la presidencia, sino la cárcel. Por eso muchos creen que si pierde elegiría la huida hacia delante para no perder el poder y la protección que le dan los tribunales mientras esté en el cargo. Como presidente y jefe de las fuerzas armadas tiene todas las instituciones de gobierno a su disposición. Desde enviar a la Guardia Nacional a reprimir las manifestaciones de quienes crean que ha robado las elecciones hasta dirigir al Departamento de Justicia a impugnar el resultado en los tribunales. «Si ganamos, ganamos; o si no, poco después, muchas gracias, Tribunal Supremo», dijo el sábado en un mitin celebrado en Reading (Pensilvania).
Durante el primer debate lanzó un alarmante mensaje a las milicias supremacistas de los Proud Boys, alineadas con la ultraderecha, para que estuvieran listas y se mantuvieran a la espera. «Trump dejará que arda el país y se calentará con las llamas», anticipó el domingo el columnista del 'New York Times' Charles Blow.
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