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mercedes gallego
Corresponsal. Nueva York
Viernes, 30 de octubre 2020, 23:04
Hace casi medio siglo que Texas no vota demócrata en unas elecciones presidenciales, desde Jimmy Carter en 1976. Esa «tierra de chalados» de la que advirtieron a John F. Kennedy antes de que le asesinaran ha sido el sempiterno cortafuegos del partido conservador, como California ... para los demócratas. Si el martes cayera en la casilla azul sería el fin de Trump y de la hegemonía republicana.
Ni Trump ni Biden hacen campaña hoy en el Estado. Tampoco tienen planes de ir en la recta final, que revela el mapa de la victoria con un puñado de campos de batalla. Aun así, la diferencia entre ambos es tan pequeña -un 1%, según la encuesta de Swayable publicada este viernes en FiveThirtyEight.com- que ha inflado las esperanzas de los demócratas, animados por la alta participación.
Faltan tres días para el 3 de noviembre y Texas ya ha superado el número de votos total que recibió en 2016. Más de nueve millones de sufragios se han depositado de forma anticipada mediante el procedimiento que intenta aliviar presión y distancia social en los colegios electorales. La mayor parte de este boom de nuevos votantes es gente joven, según un estudio del Instituto Político de la Universidad de Harvard, que coincide con los datos de las autoridades electorales: más de seis millones de los votos depositados procedía de menores de 30 años, en comparación a dos millones en 2016. Y según TargetSmart, esta era la primera vez para el 66%.
Son hijos de la revolución de Beto O'Rourke, el excongresista demócrata de El Paso que fracasó en su intento de ganar la nominación del partido pero no en despertar a las jóvenes generaciones de su Estado. En las legislativas de hace dos años el nuevo Bobby Kennedy estuvo a punto de arrebatarle el asiento a un icono del partido republicano como Ted Cruz, del que quedó a solo 2,6%.
Elecciones del 3 de noviembre
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Eso le abrió los ojos al Partido Demócrata, que no había enviado a sus pesos pesados a apoyarle. Se dieron cuenta de que Texas no es una causa perdida, sino una importante pieza del mapa electoral que podría dar la vuelta al juego político. Los demócratas ni siquiera han ganado el Gobierno del Estado en las últimas dos décadas, pero algo deben de haber visto cuando este mes han invertido seis millones de dólares en anuncios y enviado a tres ciudades tejanas a la mujer de Biden, Jill.
Para templar los ánimos, los estadistas recuerdan que no solo ha crecido el voto anticipado, también la población. En los últimos dos años Texas ha recibido más habitantes de otros Estados que ningún otro de la Unión, gracias a su bonanza económica. La mayoría procede de la progresista California, lo que alimenta la teoría de que puedan inclinarse por la papeleta azul. Y tiene más hispanos que California, un 39,4% frente al 39,1%, otro punto débil de los republicanos, porque no son cubanos o venezolanos cegados por el socialismo, sino descendientes de mexicanos ofendidos por Trump. Según una encuesta de la Universidad de Houston para Univisión, el 66% de los latinos de Texas votarán a Biden.
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