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Corresponsal. Nueva York
Martes, 3 de noviembre 2020, 00:40
Ha llegado el día de la verdad. Estados Unidos decide hoy si la elección de Donald Trump fue una anécdota o la consecuencia de un cambio social que busca el desmantelamiento del orden político tradicional. Es la batalla «por el alma de EE ... UU», que no será fácil ni antes ni después de que cierren las urnas.
Las tiendas de la Quinta Avenida y el Soho neoyorquino amanecieron sin tiradores en las puertas y los escaparates apuntalados con tablones de madera, en previsión de que puedan repetirse los los saqueos de junio. El Ayuntamiento ha retirado las papeleras de las calles y ha pedido a los comerciantes que dejen las luces encendidas y quiten todos los maceteros o mobiliario exterior que pueda ser utilizado como proyectil, porque la batalla electoral no se desarrollará solo en las urnas. Los rascacielos que se lo pueden permitir han contratado seguridad privada y la Policía de Nueva York ha preparado un plan de emergencia para controlar los disturbios.
Los enfrentamientos están prácticamente garantizados, con un presidente que incita a la violencia desde las redes sociales. «Salid ahí fuera y divertiros un rato», pidió su hijo en un vídeo en que les alentaba a dar «la bienvenida» a la candidata a vicepresidenta de Joe Biden, Kamala Harris. Lo hicieron, armados y al volante, por la interestatal I-35, forzando a los demócratas a cancelar varios actos de campaña en lo que podría haber sido una prueba de fuerza para medir la respuesta de las bases trumpistas. El propio presidente aplaudió a quienes intentaron echar de la carretera un autobús de Biden y embistieron varios vehículos que le acompañaban entre Austin y San Antonio.
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«I love Texas», contestó satisfecho el mandatario (Me encanta Texas). El domingo llegó aún más lejos al amonestar al FBI por investigar a los que intentaron provocar un accidente y dejaron mella en varios coches como si fueran 'El Diablo sobre ruedas' de la película de Spielberg. «El hecho de que nunca se vea la cara del conductor resulta aún más aterrador», contó el director de cine en una entrevista.
Los estadounidenses han visto muchos vídeos de esa persecución pero no quién conducía la camioneta 'pick up' negra que frenaba en seco delante del autobús y lo empujaba fuera de la carretera. Lo que sí conocen es el rostro de quien está detrás de las gorras rojas de 'Make America Great Again'. El presidente los llama «patriotas» y asegura que «no han hecho nada malo», tuiteó el domingo. De hecho, ha pedido que el FBI abandone la investigación de los vídeos que permiten visualizar las matrículas de la diabólica caravana y se dedique a investigar a los «terroristas, anarquistas y agitadores de ANTIFA» que corren por las ciudades.
La simpatía del mandatario hacia los violentos grupos de supremacistas blancos se dejó palpar ya en la campaña de 2016, cuando evitó condenar a David Duke, un neonazi del Ku-Klux-Klan que lanzó su sombrero por él en esos momentos en los que todavía se cuestionaba la verdadera ideología de Trump. En Charlottesville, cuando el magnate se negó a condenar a los supremacistas que golpearon con cadenas a manifestantes pacíficos y mataron a una chica tras arrollar a la multitud, Duke, empoderado, aseguró que sus huestes iban a «cumplir la promesa de Donald Trump de reconquistar el país».
Se trata de utilizar el mensaje de 'Ley y Orden' que ha centrado su segunda campaña para reprimir a los «alborotadores» de Black Lives Matter. Ayer en Twitter Trump culpaba a estos «marxistas de izquierda radical» de manchar «la noble historia de EE UU» con sus acusaciones «difamatorias» de racismo y de «menospreciar la fe y los sagrados valores» del país. «No dejéis que os roben el voto, votad temprano», pedía a sus seguidores.
A medida que sus números bajaban en las encuestas, Trump ha agitado más el fantasma del fraude que encarna infundadamente en el voto por correo. Sus seguidores están ya convencidos de que los demócratas intentarán «robarle las elecciones» y no aceptarán un resultado desfavorable a no ser que éste sea abrumador.
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Para complicar aún más las cosas, la página de Politico que escribe Axios asegura que su campaña planea declarar una victoria prematura esta noche si va por delante en Estados clave como Florida, Arizona, Ohio, Texas, Carolina del Norte y Georgia, sin esperar a que acabe el recuento. Si el resultado final le da la vuelta, sus bases lo defenderán en las calles y él en los tribunales.
El presidente planea parapetarse en la Casa Blanca, rodeado de una valla tan alta que resulte inexpugnable, similar a la que ya puso en pie en junio durante los disturbios raciales que siguieron al asesinato policial de George Floyd. La Guardia Nacional está en estado de alerta, lista para contener las protestas que puedan suscitar sus declaraciones, tan incendiarias como el más de medio centenar de tuits que había disparado ayer al cierre de esta edición.
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