En la víspera de las elecciones cada candidato sigue haciendo campaña fiel a su estilo. Donald Trump no para de visitar Estados en los que tiene posibilidades de victoria, en una gira final agotadora. Proyecta menos optimismo, preocupado por los sondeos adversos, y llega a ... ataca a los médicos por detectar y curar muchos casos de covid-19.
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Por su parte, Joe Biden mantiene una agenda mucho más tranquila, envía mensajes de unidad y repite su llamada a acudir mañana a las urnas. Es paradójico que un resultado que depende de factores locales -lo que decidan los trabajadores de Pensilvania, las madres de los suburbios de Michigan y los jubilados de Florida, por ejemplo- tenga un impacto global de proporciones gigantescas. Todos los habitantes del planeta nos jugamos mucho en esta contienda entre dos candidatos con visiones contrapuestas del mundo. Estados Unidos sigue siendo la potencia hegemónica, sostenida por una economía flexible e innovadora, un clarísimo liderazgo militar -un 50% de las fuerzas y medios globales existentes- y una posición puntera en la revolución tecnológica digital. Ha perdido posiciones en el mundo por el repliegue proteccionista y caótico de Trump, un vacío que ha ocupado rápidamente China, el gran competidor geoestratégico de las siguientes décadas.
Sobre todo, el presidente ha pulverizado el «poder blando» de su país, es decir, la capacidad de atracción de Estados Unidos a través de sus ideas, cultura, modo de vida y estética. Si a pesar de las encuestas consigue la reelección, cabe esperar más populismo en el ámbito doméstico y aún más imprevisibilidad en la esfera internacional. A cambio, un presidente Biden haría respirar con alivio a muchos países aliados. El demócrata desplegaría una política exterior realista, a imagen de Barack Obama. Frenaría el expansionismo ruso y, sobre todo, trataría de poner coto a los aspectos más peligrosos del ascenso chino. Los grandes retos globales -pandemias, emergencia climática, lucha contra la pobreza, reglas del juego del comercio mundial- se podrían abordar de nuevo a través de un multilateralismo al que se reclamaría eficacia. Joe Biden además conoce a fondo Europa y trabajaría para levantar nuevos puentes sobre el Atlántico.
José M. de Areilza es doctor en Derecho por la Universidad de Harvard, Secretario General de Aspen Institute España, miembro del Colegio de Abogados de Nueva York y profesor de ESADE.
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