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Sánchez y Abascal refuerzan sus proyectos a costa de Casado y Arrimadas
Resultados electorales en Cataluña

Sánchez y Abascal refuerzan sus proyectos a costa de Casado y Arrimadas

El resultado de las catalanas también otorga un balón de oxígeno a Iglesias, que supera la bola de partido en plena crisis territorial de Podemos

Domingo, 14 de febrero 2021

Las elecciones catalanas y sus resultados tienen nítidas e importantes consecuencias en la política nacional. La victoria del PSC, aunque probablemente insuficiente para gobernar, confirma el acierto de la arriesgada 'operación Illa' y apuntala el proyecto de Pedro Sánchez al frente del Ejecutivo central. Pablo ... Iglesias también logra contener la sangría territorial de Podemos. Una mayor marejada se vive en el flanco derecho, donde la irrupción de Vox siembra dudas sobre la estrategia de Pablo Casado e Inés Arrimadas tras soltar amarras con la extrema derecha, y enrevesa aún más la viabilidad de una alternativa al PSOE.

Pedro Sánchez

Una operación ganadora que refuerza el proyecto de Sánchez

Probablemente Salvador Illa no sea el próximo presidente de la Generalitat, pero la histórica victoria del PSC -nunca antes ganando en votos había sido también el grupo mayoritario en el Parlament- otorga un importante éxito al socialismo y particularmente a Pedro Sánchez. El presidente del Gobierno confirma que las siglas del PSOE y su partido hermano en Cataluña vuelven a tener la fuerza suficiente como para ganar elecciones en prácticamente cualquier lugar de España, algo que parecía misión imposible desde la crisis económica y la posterior aparición de Podemos.

El exministro de Sanidad, con su tono conciliador en un ambiente crispado, contribuye con su triunfo a reforzar el proyecto de Sánchez no solo al frente del Ejecutivo sino también en el propio partido, donde aún se recuerdan las heridas que causó su victoria en las primarias de 2017. Desde el prisma de Moncloa, el presidente ve ratificado el aval de una importante parte de la ciudadanía catalana a su apuesta por el diálogo con las fuerzas independentistas como forma de relajar la tensión social y política suscitada por el 'procés'.

Además, los resultados de Vox, Ciudadanos y PP corroboran la ausencia de una alternativa clara a Sánchez al frente del Ejecutivo central. La importante irrupción de la extrema derecha en el Parlament pone en tela de juicio los proyectos estratégicos de Pablo Casado e Inés Arrimadas, que ven cómo el partido de Santiago Abascal ha llegado para quedarse y sin el cual será difícil forjar una suma alternativa al PSOE.

Pablo Casado

Un resultado que siembra dudas sobre la nueva estrategia

Pablo Casado había marcado el 14 de febrero en su calendario personal como una fecha clave en su carrera por reagrupar el fragmentado espacio de centroderecha. El líder nacional del PP se volcó en la campaña catalana, sabedor de que el resultado de su partido marcaría el éxito o el fracaso de su nueva estrategia de moderación y alejada de la extrema derecha. Y esta noche el jefe de la oposición a Pedro Sánchez ha entendido que a su proyecto político le falta mucho recorrido para convertirse en una alternativa real al PSOE que no dependa de Vox.

Aunque la candidatura de Alejandro Fernández copó un gran protagonismo en el arranque de campaña con fichajes estrella como Lorena Roldán y Eva Parera, el suflé popular se ha ido desinflando a pasos agigantados hasta tal punto que ha empeorado su raquítico resultado de 2017. Los tres escaños le confirman como una fuerza casi residual en el Parlament, arrasada por el flanco derecho con la irrupción de Vox. El electorado ha castigado un tono más conciliador que el de Xavier García Albiol y la confrontación directa de Fernández con Ignacio Garriga en los debates electorales.

El temor a que el 'fenómeno Vox' sea algo más que temporal se ha instalado en la sede de Génova. Ni desplegando todos sus recursos, tratando de demostrar capacidad de gestión con sus presidentes autonómicos, ha servido para atajar el ascenso de su principal competidor electoral. Una estrategia fallida que ahora siembra dudas sobre la efectividad del giro moderado de Casado, sustanciado durante la moción de censura presentada por Vox, que podría haber donado más electores a la extrema derecha sin recuperar a cambio el espacio más centrista de Ciudadanos.

Santiago Abascal

Vox apuntala su proyecto con el deseado 'sorpasso' total

La primera cita autonómica para Vox en Cataluña tenía el éxito garantizado. Su entrada en el Parlament se daba por hecha, pero había que conocer hasta qué punto llegaba su fuerza. Una vez más, los sondeos se quedaron cortos. Los once escaños logrados por Ignacio Garriga sellan un resultado extraordinario para el partido de Santiago Abascal, que se convierte en la principal formación de la derecha no independentista en un territorio tan políticamente adverso como el catalán. Un detalle nada menor para el partido en el resto de España.

La ultraderecha, que entra por primera vez en el Parlament tras el amago fallido de Plataforma per Catalunya en 2010, confirma que ha llegado tarde respecto a otros países europeos, pero que viene para quedarse. Y lo hace gracias a Ciudadanos y PP, que caen en detrimento del discurso más duro contra el independentismo, el entramado institucional autonómico y la inmigración. Una fulgurante carta de presentación que a buen seguro esgrimirá Abascal en el Congreso, consciente de la factura que les ha pasado a liberales y conservadores romper amarras con su partido.

El líder nacional de Vox también puede presumir ahora de haber superado a la marca catalana de Podemos, uno de los objetivos que se había marcado de cara a los comicios de este domingo. Un detalle nada menor del que echará mano cuando los morados hablen de su visión plurinacional del Estado.

Pablo Iglesias

Podemos salva la bola de partido

Había un grandísimo interés por evaluar el resultado de la confluencia catalana de Podemos para averiguar dos cosas: el estado de salud del arraigo autonómico del partido, una de las eternas cuentas pendientes de los morados; y, por supuesto, la valoración que hace el electorado sobre su participación en el Gobierno central. Pablo Iglesias se jugaba mucho en esta cita y, a tenor del resultado, ha logrado salvar la bola de partido. Los ocho escaños de la candidatura de Jéssica Albiach, aunque certifican que el proyecto no termina de despegar en Cataluña, proporcionan cierto balón de oxígeno.

La cita de este domingo, no en vano, amenazaba con profundizar en la grave crisis territorial que atraviesa la formación tras el desplome en Euskadi y su desaparición parlamentaria en Galicia. En Comú Podem ha mantenido su resultado de 2017 pese a que ninguna de las otras fuerzas de izquierdas ha perdido un solo escaño. No ha habido una fuga de votos al PSC, su principal competidor, que finalmente se ha nutrido básicamente del electorado de Ciudadanos. El tripartito de izquierdas, políticamente complicado, es matemáticamente posible.

Iglesias gana así en tranquilidad tras una campaña en la que ha sacado su lado más polémico para ganar protagonismo frente al 'efecto Illa'. De esta forma, el vicepresidente segundo puede soltar el acelerador y frenar la escalada de discrepancias internas en el Gobierno de coalición que Podemos había acentuado para reforzar su papel como socio minoritario. En todo caso, los morados siguen sin dar con la tecla para extender a unas autonómicas las victorias que obtuvo en las generales de 2015 y 2016 en Cataluña.

Inés Arrimadas

El desplome de Ciudadanos enciende todas las alarmas

No por esperado el batacazo electoral de Ciudadanos ha sido menos letal. De hecho, ni la peor de las previsiones adelantaba un desplome de tal magnitud. La formación liberal entra en pánico total y empieza a atisbar el fantasma de la extinta UPyD. La nueva estrategia de Inés Arrimadas, alejada de la 'foto de Colón' y favorable a acuerdos con Pedro Sánchez, no ha sido bien recibida en el lugar de nacimiento de su proyecto, el mismo que hace solamente tres años logró una histórica victoria del constitucionalismo en el momento de mayor efervescencia del 'procés' independentista.

La líder de los naranjas ya ha convocado para este lunes una reunión de su ejecutiva nacional para analizar la catástrofe electoral en Cataluña. Un desplome que empezó a gestarse a partir de aquel 21 de diciembre de 2017. Arrimadas renunció a presentarse a la investidura y en cuestión de poco más de un año dio el salto definitivo a la política nacional. Desde entonces, primero con Albert Rivera y después con ella al frente, Ciudadanos ha seguido una línea zigzagueante que, a tenor de los resultados, ha causado confusión entre su potencial electorado.

El naufragio en Cataluña, antaño su gran fortín, pone en tela de juicio el futuro de una formación relativamente joven, fundada hace menos de quince años. La lógica de la política europea le empuja a convertirse en un mero partido bisagra en el espacio de centro, pero las actuales dinámicas, con una gran distancia entre la izquierda y la derecha, les deja en una situación delicada. Por el momento, los liberales se aferran a su músculo autonómico como socios minoritarios del PP en los gobiernos de Madrid, Castilla y León, Murcia y Andalucía, pero el horizonte se oscurece.

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