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A miles de kilómetros de España se encuentra el pequeño paraíso en el que la idea, repetida en conversaciones más o menos serias, funciona. En Estonia, el pequeño país de las repúblicas bálticas, todo se vota de forma digital. No hay urnas, ni papeletas, ... ni fallos en el escrutinio. Todo ello, claro está, sin ser un dictadura en la que directamente nada de esto haría falta y la elección digital solo haría referencia al dedo índice con el que decide el tirano de turno.
Pero aunque se repita en ocasiones, aquí estamos lejos de esta situación.
Así lo asegura el experto en Arquitectura Informática de la Universidad de León, Luis Panizo, que asegura que el sistema «solo es fiable cuando se pasan los datos al papel».
De esta forma, lo defendido por algunos políticos leoneses («no se entiende como en la era de las nuevas tecnologías pasan estas cosas», afirmaba Juan Martínez Majo sobre los fallos vividos en el recuento electoral), parece estar lejos de una solución electrónica.
«El fallo no ha sido grave, pero en esta ocasión en muchas mesas había cuatro urnas, lo que hace más complicado el proceso de enviado de datos», defiende Panizo, que destaca dos errores. Uno de ellos, la formación. «La que se dio previamente fue insuficiente, por lo que a la hora de hacer el volcado de datos se produjeron fallos».
Las prisas y el cansancio también jugaron un papel importante a juicio del experto. «Viví cómo se firmaban actas antes de ser rellenadas para acabar antes», explica Panizo.
La empresa Scytl, que ganó el concurso junto a Vector para hacerse cargo de la gestión informática de los comicios, «cayó en errores como ya había pasado anteriormente en otras elecciones gestionadas por ellos». Aunque remarcó que la voluntad de no hacer comparaciones entre empresas, Luis Panizo recuerda como Inda, una marca con mayor capacidad, «afrontó este trabajo con otras garantías anteriormente».
Haciendo memoria, el experto remarcó que, para bien o para mal, «los errores han estado siempre y el escrutinio de la noche electoral es en cualquier caso provisional, y siempre ha sido así».
El experto de la Universidad de León apuesta por un modelo intermedio en el que «se pueda votar electrónicamente pero ese voto se pueda simultanear de forma tradicional». Una cuestión en la que la tecnología lleva trabajando desde 2001, aunque el gran escollo es la seguridad. «Para elecciones a colegios profesionales o en decisiones concretas se puede utilizar el método electrónico, pero estamos lejos de poder trasladarlo a unas elecciones, a día de hoy ningún experto lo ve claro».
Lejos queda Estonia, sus dimensiones, su frío y su sistema que, aunque avanzado, no termina de parecer aplicable en la 'cálida' península. El error seguirá viviendo en España.
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