El PP se encomienda a la movilización final en busca del voto útil contra Vox

Como en las andaluzas de 2018, en las que se acabó imponiendo Susana Díaz -aunque gobernó Moreno en virtud de un pacto con Ciudadanos-, no hay nada escrito y todo pende de unas décimas. En Génova están convencidos de que ninguna otra formación les apoyará salvo que Cs sortee los pésimos presagios de las encuestas, aunque tienen motivos para soñar con la debacle del candidato socialista, Juan Espadas. En sus encuestas internas manejan cifras que reducen el resultado del PSOE a una horquilla de entre 31 y 28 parlamentarios. Si los socialistas caen por debajo de la treintena, los populares dan por hecho que ellos superan la dulce barrera de los 50 escaños.

Muestra del intento por pescar en caladero socialista hasta el último momento, la candidatura popular ha contactado hasta ahora con 125.361 andaluces en un 'puerta a puerta' telefónico. Moreno ha realizado personalmente 120 de esas llamadas aprovechando los trayectos en coche durante la campaña.

Este viernes, en un acto en Huelva, el candidato de los populares mostraba sus dudas sobre si su resultado será «suficiente» para «desarrollar una acción de gobierno más ágil y eficaz»; es decir, para no depender de Vox. Por ello apeló al «voto útil», ante la decisión de Espadas, que criticó, de evitar una abstención en su hipotética investidura bajo una «orden directa desde Ferraz».

Vox no está dispuesto a facilitar un Gobierno en solitario si depende de sus votos. Macarena Olona advirtió a Moreno en el último debate electoral que «sin consejeros, no hay apoyo». La formación de ultraderecha entró en campaña mejorando sus datos de 2018, pero en el transcurrir de los últimos días se ha venido desinflando en las encuestas (el último barómetro del CIS para Andalucía les otorgaba una horquilla entre el 13,6 y el 15,8% de los votos). Esto ha conllevado un cambio de estrategia y los de Abascal se han lanzado a tumba abierta a buscar el mercadeo de consejerías en un Gobierno que, como dan por hecho, será de mayoría popular.

Este posible frenazo dejaría a la extrema derecha lejos de su resultado en las elecciones generales de noviembre de 2019. En ellas el PP sacó una ventaja de poco más de 7.000 votos a Vox en Andalucía, con casi 870.000 andaluces apostando por la papeleta que encabezaba Santiago Abascal. Un apoyo que les otorgó 12 de los 52 escaños que actualmente atesoran en el Congreso.

El vaticinio de las encuestas, de cumplirse, evidenciaría también que la apuesta por situar a uno de los primeros espadas de Vox a nivel nacional -Olona- en la candidatura andaluza no ha tenido el éxito esperado. Comparándolo con los 12 escaños con los que cuentan los de Abascal actualmente en el Parlamento andaluz, el liderazgo de Olona no restaría, pero tampoco sumaría de manera singular a la marca, como ya sucedió con Rocío Monasterio en Madrid.

Las estrategias que han desplegado tanto PP como Vox en el teatro de operaciones andaluz tiene traducción a nivel nacional. Para el presidente de los populares, Alberto Núñez Feijóo, esta es su primera prueba de fuego electoral. Aunque la izquierda le afeara que su partido facilitara la entrada de los de Abascal en el Gobierno de Castilla y León, el líder gallego se escudó en que acababa de aterrizar en el cargo. El lunes, en cambio, deberá desvelar sus cartas.