Joerg Wuttke, presidente de la Cámara de Comercio Europea en China Archivo

«La Unión Europea debe hacer valer su peso económico frente a China»

La Cámara de Comercio Europea reconoce que sus empresas son víctima del fuego cruzado entre Pekín y Washington. «Dependemos más de Estados Unidos»

zigor aldama

Shanghái

Sábado, 12 de septiembre 2020

Los informes que la Cámara de Comercio Europea en China publica anualmente nunca son halagüeños, y el de 2020 no podía ser una excepción. Al contrario, la pandemia del coronavirus y la tensión que rige las relaciones entre Pekín y Washington se suman a ... la falta de reformas económicas del gigante asiático, la gran promesa que se materializa a paso de tortuga, para lastrar el desempeño de las empresas del Viejo Continente en la segunda potencia mundial. «Durante las cuatro últimas décadas, las empresas europeas han confiado en que los líderes chinos apostasen por una creciente apertura para acabar con una era de reclusión. Desafortunadamente, los últimos años han erosionado esta confianza», se lee en el informe.

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«Con la pandemia de la Covid-19 han surgido nuevos obstáculos que reducen la sensación de bienvenida que sienten los europeos en China», apostilla un texto que critica el fortalecimiento del modelo 'una economía, dos sistemas', en el que solo el sector privado parece abierto a la inversión extranjera. «La otra mitad sigue regida por 130.000 empresas estatales que tienen acceso sin competencia a una quinta parte de los consumidores, fabricantes, inversores e innovadores del mundo», denuncia la Cámara. Las restricciones en sectores clave se van levantando poco a poco, y, cuando lo hacen, es demasiado tarde: «Cuando nos invitan a entrar en la estación, el tren ya se ha marchado», resume Joerg Wuttke, presidente de la institución

En esta crisis doble, provocada por la rivalidad con Estados Unidos y el coronavirus, China busca en el mercado interno la fórmula para salir indemne. Pero Wuttke sostiene que ese ensimismamiento solo retrasará el desarrollo de todo su potencial. «Si tomamos como punto de partida el momento en el que China se abrió al mundo y comparamos la trayectoria de su renta per cápita en términos de paridad de poder adquisitivo, vemos que en los primeros 25 años creció a un ritmo similar al de Japón o Corea del Sur. Sin embargo, ahora está rezagada. Nuestras predicciones apuntan a que, aunque el país seguirá creciendo, lo hará sin desarrollar todo su potencial debido a la falta de reformas. Y eso puede suponer un escollo para salvar la 'trampa de los ingresos medios' que tanto preocupa al Gobierno», comenta Wuttke en Shanghái durante un encuentro con cuatro corresponsales extranjeros, incluido el de este periódico.

El presidente de la Cámara apuntala esta afirmación comparando la economía privada de China -a menudo en desventaja en aspectos clave como el acceso a la financiación- con el sector público: «La primera, mucho más dinámica, ha crecido un 23% en lo que va de año, mientras que los beneficios del segundo, tremendamente ineficiente, han caído un 16%». Además, Wuttke señala que tanto las desigualdades sociales como el envejecimiento van a suponer un gran reto en el futuro del gigante asiático. «No basta con que 20 millones de ricos consuman como si no hubiese un mañana. Los cien millones de trabajadores que han perdido su empleo con el coronavirus -el 80% ya lo ha recuperado- deben sentir que no están solos», señala.

Finalmente, la creciente dependencia tecnológica de China puede suponer un grave problema para el Partido Comunista si la tendencia al desacoplamiento con Estados Unidos continúa. «Solo un 10% de la cadena de suministro del sector de semiconductores -indispensables para fabricar chips- se encuentra en China», apunta Wuttke, que no prevé grandes cambios en la estrategia de Washington si Joe Biden gana las elecciones de noviembre. Es difícil determinar quién perderá más en esta coyuntura, pero el responsable de la institución europea utiliza los datos de la inversión extranjera en Shanghái para analizarla: «Esta inversión crea el 11% de los puestos de trabajo en la ciudad, representa el 25% del PIB, el 33% de la recaudación de impuestos, y el 66% del comercio exterior. Y eso que los extranjeros somos solo el 0,1% de la población».

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Wuttke no esconde que Europa también sufrirá las consecuencias de ese desacoplamiento, pero, preguntado por una eventual obligación de tomar partido, responde de forma contundente: «Es indudable que nuestras empresas dependen más de Estados Unidos, tanto en términos de mercado como de tecnología». No obstante, se resiste a que la Unión Europea, «el mayor bloque económico del mundo», se mantenga como un mero observador herido por el fuego cruzado de una guerra entre superpotencias.

«Debemos hacer valer nuestro peso económico frente a China, y buscar la forma de lidiar con el país sin dejar a un lado nuestros principios. No tenemos intención de cambiar su régimen, y creo que los chinos tampoco quieren cambiar el nuestro, pero la visión naif que teníamos de China se ha acabado», sentencia, recordando que la UE debe actuar tanto como socio comercial y rival sistémico de Pekín. «Hay un trecho entre la retórica del gobierno chino y sus promesas de reforma y la realidad sobre el terreno», dispara Wuttke, que ha tenido ocasión de trasladar la opinión de la Cámara al viceprimer ministro chino, Hu Chunhua. «Hay quienes apuestan por las reformas, pero China está gobernada por la propaganda y el aparato de Seguridad», se lamenta el empresario alemán.

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