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Un 60%, más de la mitad de su valor, es lo que ha perdido el bitcóin desde los máximos cercanos a 65.000 dólares que rondaba a mediados de abril. Un desplome del que, aunque ya ha comenzado a recuperarse, ha hecho pensar a muchos ... que la explosión de la burbuja de la moneda virtual ha llegado por fin. Si algo ha quedado reflejado en las recientes jornadas de infarto vividas por los inversores es la fuerte volatilidad que rodea a unos activos que últimamente se mueven al compás que marca la cuenta de Twitter de Elon Musk. ¿Que el fundador de Tesla anuncia que invertirá 1.500 millones en bitcóin? El precio de la criptomoneda se dispara, como ocurrió en febrero. ¿Que unas semanas después publica que no lo aceptará para la compra de sus vehículos por la huella medioambiental? Desplome asegurado. Eso, unido a las mayores restricciones de China y a la perspectiva de una mayor, y más dura, regulación con el interés de los bancos centrales por lanzar sus propias monedas digitales, han terminado por dar la puntilla a un mercado que, para muchos, estaba sobrevalorado.
Pero cuidado. Eso no significa que las criptomonedas vayan a pasar del boom a valer 'cero' de un día para otro. De hecho, el bitcóin aún dobla el valor de 10.000 dólares que rondaba el pasado verano. Pablo Agnese, doctor en economía y profesor de Ciencias Económicas y Sociales de la UIC Barcelona, explica que «gobiernos y bancos centrales aún no han definido claramente si están a favor o en contra de las criptomonedas». La CNMV, por ejemplo, intercala sus llamadas de alarma sobre esta clase de activos con otros anuncios como la reciente decisión de permitir a fondos de inversión y sicavs invertir en ellos. Nadie parece encaminarse a prohibir. Es más, los avances son más contundentes en el lado positivo, como la reciente decisión de El Salvador de aprobar el uso del 'bitcóin' como moneda de curso legal. Es decir, se podrá utilizar la criptomoneda para realizar cualquier transacción.
Los expertos lo tienen claro: la volatilidad es algo normal en estos activos y, aunque el reciente desplome se ha concentrado en un periodo de tiempo muy corto, recuerdan que en otros momentos de hundimiento (por ejemplo, cuando el bitcóin pasó de 12.000 a 5.000 dólares entre junio de 2019 y marzo de 2020), el precio se ha recuperado. «Esto no es una previsión, pero refleja la necesidad de que, más que por el precio, los inversores deben empezar a guiarse por el valor y el potencial de la tecnología que va asociada a estos activos», indican. Es decir, al 'blockchain'. «Una muestra de ello es que, en el desplome de mayo, los grandes tenedores de bitcóin no vendieron», afirma Aqgnese. Algo que sí parece haber ocurrido esta semana, con más institucionales desprendiéndose de sus activos en la moneda virtual tras conocerse que el Departamento de Justicia de EE UU había recuperado la mayor parte del rescate pagado por la red de oleoductos Colonial Pipeline para liberar sus sistemas informáticos, colapsados en un ataque hace un mes. Los expertos insisten: «No hay que perderse en el precio, hay que pensar en la tecnología que es lo que verdaderamente genera valor y puede ayudar a resolver problemas actuales».
En un reciente encuentro sobre el sector, el presidente de la Asociación de Banca Española (AEB), José María Roldán, coincidía en que «las monedas digitales han llegado para quedarse, son un fenómeno que no podemos ignorar y que necesitamos comprender, como sector y sociedad, en toda su dimensión y complejidad». Aunque su uso extendido como medio de pago aún parece lejano, el potencial de la tecnología blockchain es innegable. Para empezar, el sistema de bloques en el que se basa permite eliminar intermediarios en las transacciones, abaratando los costes finales para los usuarios.
La Bolsa española, por ejemplo, ya se plantea su uso en la operativa de compra y venta de acciones. «Esta es la siguiente gran disrupción», explicaba recientemente Juan Carlos Ureta, presidente de Renta 4 Banco. La firma acaba de lanzar Renta 4 Digital Assets, una nueva área con la que desarrollarán desde un 'wallet' para operar en activos digitales hasta la tokenización (un proceso por el que un servicio o producto se divide en fracciones -los tokens- y se digitalizan a través de esa tecnología blockchain), de sus propios fondos de inversión.
Desde la firma tienen claro que los beneficios de los activos digitales son mayores que los riesgos. «La regulación es clave para cerrar el círculo, junto a la tecnología y el negocio», indican. Eso sí, reconocen que la mayoría de inversores, especialmente minoristas, llegaron a este nuevo activo durante un espectacular 'bullmarket'. La gran pregunta es si podrán sobreponerse a este periodo de caídas, que al menos servirá para aprender la lección de que invertir en base a promesas de altas y rápidas rentabilidades, no es nunca la mejor decisión.
El uso de las criptomonedas como medio de pago se ve todavía como algo lejano. Pero el interés que los bancos centrales han manifestado para poner en marcha sus propias monedas digitales evidencia el temor a que el bitcóin, el ethereum o el dogecoin acaben por competir con el dinero tradicional. Ya hay alguna 'prueba piloto' en este sentido. Y no ha salido mal del todo. Sin ir más lejos, en 2018 se vendió la primera casa con una transacción en bitcóin en Tarragona. En concreto, 40 bitcóin que por entonces equivalían a unos 550.000 euros. Starbucks también ha lanzado un proyecto para aceptar pagos en la criptodivisa a través del monedero digital Bakkt. Y la página de viajes Destinia también lo permite para determinados servicios dentro de su oferta.
Hace apenas unas semanas, los gestores de la cadena Domino's Pizza en Holanda ofrecieron a sus empleados la posibilidad de cobrar parte de su salario en bitcóin. ¿El problema? La legislación solo permite pagar con monedas de curso legal. ¿El truco? Hasta un 30% del sueldo puede remunerarse en especie.
Incluso hay una empresa que trabaja para que los asalariados tengan esta posibilidad. Se trata de Jobchain, una plataforma de búsqueda de empleo creada por el empresario valenciano José Bain que ha lanzado su propia criptomoneda (el Job) con la finalidad de animar a los participantes a pagar y cobrar los salarios en moneda digital.
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