La fiesta del dinero fácil empieza a tocar a su fin. Después de varios meses transmitiendo el mensaje de que los tipos de interés no subirían al menos hasta 2023, el Banco Central Europeo (BCE) se ha visto arrasado por la realidad inflacionista y ha ... abierto la puerta a mover ficha este mismo año.
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El mercado apunta ya incluso a dos subidas de tipos antes de que termine 2022.Es cierto que pasará tiempo hasta que este giro de las políticas monetarias se traslade al consumidor. Pero hay que ir preparándose para entender las ventajas y desventajas que conllevará terminar con los tipos en mínimos que rigen desde 2016.
Uno de los primeros efectos se notará en los nuevos préstamos, pues al subir los tipos de interés de referencia se encarecerán. Según datos del Banco de España, la deuda de las familias ronda actualmente los 708.000 millones de euros, siendo los créditos hipotecarios los que ocupan la mayor parte del total.
Con el euríbor todavía en negativo (-0,47% en enero), parece difícil que se produzca un cambio brusco a corto plazo. Pero la ligera subida experimentada por el indicador en estas semanas ya ha provocado que este mes de febrero se encarezcan las hipotecas en su revisión anual, que compara con el -0,50% de enero de 2021. Es el primer alza de la cuota desde julio de 2020.
La teoría indica que al tener que destinar mayor renta al pago de la hipoteca, el consumo que podría ir para otras partidas se reducirá, a menos que se compense con el alza de los salarios. Ahorro Los ahorradores serán los grandes beneficiados ante una posible subida de los tipos de interés.
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Hay que tener en cuenta que productos como las cuentas remuneradas y los depósitos han ido reduciendo hasta la nada lo que pagaban por el dinero de los clientes. Y esto, sumado a que la inflación ha superado -y con creces--esa remuneración, ha restado poder adquisitivo a los hogares.
La rentabilidad media de las cuentas a la vista apenas ronda el 0,02%, mientras que la de los depósitos a plazo es del 0,01%. Hace una década, con los tipos de interés en el 1%, la rentabilidad media rondaba el 2,7%.
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El nuevo escenario permitirá, al menos, que los 998.284 millones de euros que los españoles atesoran en depósitos y efectivo (un 42% del ahorro total) dejen de perder tanto valor por efecto de la inflación.
La perspectiva de una subida de tipos ha impactado ya en los mercados de deuda. Lo ha hecho con una ola de ventas que ha presionado el precio de los bonos a la baja impulsando su rentabilidad, que se mueve de manera inversa. Es decir, los inversores exigen más por financiar a los Estados y a las empresas.
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El interés del bono español a diez años, por ejemplo, rebasó ayer el 1% por primera vez desde abril de 2019. Se trata de una subida de 50 puntos básicos en poco más de un mes.
Esto impacta de forma directa en el coste de emisión del Estado, que debe ofrecer mayores intereses para convencer a los inversores de que compren su deuda. «La transmisión no se produce de forma inmediata, sino a lo largo de varios años, a medida que vence deuda antigua y es sustituida por deuda emitida a los nuevos tipos», matiza Mª Jesús Fernández, economista senior de Funcas.
Es decir, las condiciones seguirán siendo favorables para el Estado. Pero no tanto como hasta ahora. Según cálculos de la Airef, por cada 100 puntos básicos de subida en las expectativas de los tipos de interés, la carga financiera aumentaría en tal medida que, bajo este supuesto, la partida de gasto por intereses subiría al 3% del PIB en 2030, al 4,4% en 2040 y al 6% en 2050.
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El problema es que esta espiral se agudiza para los países más endeudados. Es el caso de España, cuya deuda sobre PIB ronda el 122%, dificultando los compromisos de déficit del Gobierno.Aunque desde Funcas llaman a la calma y recuerdan que en 2017 y 2018 la deuda se emitía al 1,5%, una cifra superior a la actual (0,9%).
Sin embargo, dejan claro que «solo con el efecto del fuerte incremento de la deuda de estos dos últimos años, incluso aunque los tipos no aumenten mucho, los pagos del Estado por intereses crecerán».«Por eso es importante que se presente ya un plan de ajuste del déficit que sea creíble», insiste Fernández.
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La Airef también comparte esta visión. Consideran que el nivel actual de los tipos, en mínimos históricos, «favorece la sostenibilidad de la deuda». Pero advierten de que «dado el alto nivel de endeudamiento, un repunte de esos tipos puede agravar la dinámica creciente de la ratio, que para no volverse insostenible deberá ser compensada con ajustes fiscales adicionales», aseguran en alusión a las previsiones de déficit del Gobierno.
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