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Funcas retrasa a 2023 la recuperación del PIB y del empleo perdido durante la pandemia. Sólo dentro de tres años la riqueza nacional habrá alcanzado los niveles del cuarto trimestre de 2019, aunque, probablemente su composición por sectores será diferente a la que había ... antes de la Covid-19. Y únicamente entonces la tasa de paro habrá retornado a las cifras previas al estallido del coronavirus, tras alcanzar este año máximos en el entorno del 19%.
Si bien, de acuerdo con los cálculos de Raymond Torres, director de coyuntura y economía internacional de Funcas, en el segundo trimestre del año, la tasa de paro se situará en el 19,9%, cifra que, sumando los trabajadores en ERTE, alcanzaría el 34% de la población activa.
Raymond Torres ha señalado algunas vulnerabilidades de la economía española que pueden explicar que la caída del PIB sea mayor que en otros países y que cueste la recuperación total de la economía: el peso del turismo, que explica un 10% de la riqueza nacional, frente al 6% de la media europea; la importancia de las pymes en el tejido productivo, el empleo temporal y los autónomos vulnerables; así como los insuficientes esfuerzos adoptados para corregir los desequilibrios durante la expansión económica.
En este sentido, Torres se refirió a que el impulso fiscal para contrarrestar las consecuencias de la pandemia en España es inferior al puesto en marcha por otros países: es equivalente al 1,6% del PIB, frente al esfuerzo presupuestario del 2,4% que ha realizado hasta el momento Francia o al 4,4% de Alemania.
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Ello obedece al menor margen de estímulo de que dispone España. Las previsiones de los diferentes organismos ya estiman que el país terminará el ejercicio 2020 con un déficit de alrededor del 10% y con una deuda sobre el PIB en el entorno del 115%. Ello implica, según cálculos de Torres, que el Tesoro, de media, tendrá que realizar emisiones por valor de 20.000 millones de euros mensuales de aquí a final de año. Y habrá que comprobar el apetito que muestra el mercado por los títulos españoles. Por el momento, la prima de riesgo ha repuntado hasta situarse por encima de los 140 puntos básicos, desde niveles de 65 en que comenzó el ejercicio.
Para hacer frente a este incremento del déficit y la deuda, Torres sugiere pulsar dos teclas: el BCE y la consolidación fiscal. El experto reconoce que hay una tensión entre adoptar medidas contundentes para evitar la destrucción de empleo y de las empresas y, al mismo tiempo, no deteriorar mucho las cuentas públicas.
El coronavirus en cifras
Para resolver este dilema, afirma, por un lado, que existe un cierto consenso entre los economistas respecto a que el déficit y la deuda asociados a la pandemia debería permanecer en el balance del Banco Central Europeo a muy largo plazo. Ello, asegura, tendría dos consecuencias positivas: aligeraría la carga de intereses para los Estados y, además, proporcionaría mayor confianza a los inversores, que evitarían la fragmentación del mercado soberano europeo, es decir, se pondría freno a la ampliación de las primas de riesgo.
Pero, por otro lado, Torres coincide con la AIReF en que el Gobierno ha de diseñar un plan para reducir el déficit estructural a medio plazo. Porque ese desequilibrio permanente de las cuentas públicas, afirma Torres, no se va a asumir ni por el BCE ni por otras instituciones europeas. De este modo, anima a que las medidas de gasto estructural, a largo plazo, que se adopten, como el ingreso mínimo vital, tengan una contrapartida también a largo plazo por el lado de los ingresos. Pero, al tiempo, advierte de que el plan de ajuste del déficit estructural, que cifra en un 3,5% del PIB, no debe ser muy agresivo para no acabar con la recuperación económica, y tiene que ser muy cuidadoso, analizando con precisión el impacto que sobre la economía tienen tanto las medidas de ingresos como las de gastos.
En cuanto al empleo, Torres valora la gestión política, que ha evitado la destrucción de más puestos de trabajo. Pero, al mismo tiempo, urge a pensar en la prórroga de los ERTE, porque si su vigencia se vincula estrechamente con el estado de alarma, habrá cierres de empresas, quiebras y subsiguientes pérdidas de puestos de trabajo.
Torres considera razonable que los ERTE tengan como condicionante el mantenimiento del empleo. Pero también sugiere que se flexibilicen doblemente: tanto en el tiempo, alargándolos, sobre todo para ciertos sectores, como para que parte de la plantilla se pueda ir reincorporando a medida que se va recuperando la actividad económica.
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