La UE acepta que Portugal y España tomen medidas para frenar el precio de la luz

Lo confirmó en su comparecencia ante la prensa la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen: «La península ibérica tiene una situación especial y por eso hemos acordado un posible tratamiento especial para que pueda lidiar con la situación en la que están», señaló. En ese sentido, Portugal y España podrán «gestionar los precios de la electricidad».

Sánchez y el mandatario portugués, Antonio Costa, confirmaron su intención de usar ese mecanismo para bajar el precio del gas que las centrales de ciclo combinado usan para la generación de electricidad, lo que permitirá abaratar la factura energética. Las medidas propuestas por los dos países –todas ellas de carácter temporal y excepcional– deberán recibir antes el visto bueno de la Comisión Europea, que será quien tenga la última palabra.

Los dos dirigentes aseguraron que presentarán sus propuestas la semana que viene y que esperan que el Ejecutivo comunitario responda con celeridad «dada la urgencia de la situación». De este modo, las medidas podrían entrar en vigor en cuestión de días.

La decisión europea sobre el carácter especial de la península ibérica estuvo motivado por varios factores: la baja interconexión con el resto del continente –aún está lejos del 3%– y la gran producción de energía renovable. «Las soluciones que vamos a plantear no supondrán una subvención al gas, no distorsionarán el mercado ni frenarán el impulso de las renovables», avanzó Sánchez.

El acuerdo de este viernes supone el colofón de la gira continental de del presidente español, que en las últimas semanas se ha reunido con seis líderes europeos. España no ha logrado el respaldo de suficientes países para abordar el desacople del precio del gas del de la energía, que era la gran apuesta del Ejecutivo de Sánchez.

El presidente añadió que el acercamiento de posturas con varios países europeos es también una primera aproximación para los contactos de cara a una reforma del mercado energético europeo. «Tenemos un mercado de los años noventa que ahora no tiene ningún sentido», subrayó.

El documento, con todo, muestra un acuerdo político en otras cuestiones que también defendía España. La compra conjunta de gas en Europa es una de ellas. La idea es que los Veintisiete utilicen su poder en el mercado energético –la UE importa el 40% del gas que consume– para lograr precios más bajos que bajen el coste de la electricidad. Además abre la puerta a la creación de una plataforma para poder llevar a cabo esas compras.

La UE invita a los Estados miembro a utilizar los mecanismos a su disposición, «incluido el marco temporal de crisis, que permite flexibilizar los impuestos a la energía y el uso de los 'beneficios caídos del cielo', para financiar ayudas estatales». La Comisión Europea acelerará también sus procedimientos para reducir el precio de la energía a las compañías y los consumidores.

Las conclusiones del consejo siguen la línea de las aprobadas en Versalles y subrayan la importancia de aumentar las reservas estratégicas europeas y mejorar la conectividad del continente. Todos los líderes compartieron la necesidad de «tomar medidas urgentes» para hacer frente al alza de la electricidad, pero las posturas sobre cómo hacerlo eran muy diferentes, lo que hizo imposible lograr una solución europea común.

Sobre la mesa estaban las propuestas de la Comisión Europea, que recogían medidas temporales como limitar el precio de la energía. España, Portugal, Francia, Bélgica, Grecia e Italia lideraban el bloque a favor de esta medida, pero encontraron el rechazo total de Alemania y Países Bajos, por considerar que una intervención en ese sentido distorsionaría el mercado energético.

El debate fue intenso, ya que había mucho en juego. España llegaba a la negociación presionada por la huelga de los transportistas, las protestas del sector pesquero, ganadero y de los agricultores. También está la presentación del plan nacional de respuesta a la guerra, que se presentará la próxima semana.

Francia acudía a la reunión con las elecciones presidenciales a la vuelta de la esquina –se celebran el próximo 10 de abril–. Macron, que ya anunció medidas para abaratar los combustibles en abril, celebró la decisión de la compra conjunta de gas, asegurando que «es la mejor herramienta» para rebajar el coste de la luz «a largo plazo».

El primer ministro alemán Olaf Scholz aseguró que su país logrará la independencia energética de Rusia «antes de lo que muchos prevén» y que será «un proceso no reversible». Berlín ha sido una de las capitales europeas más reacias a una intervención en el mercado energético, debido a su gran dependencia del gas de Moscú.

Italia, otro de los países, más dependientes de Rusia, defendió la idea de crear un fondo de energía, una idea que ya circuló en la cumbre de Versalles. Rechazó sin embargo la idea de establecer un precio máximo a la energía por el impacto negativo que podría tener esta medida en las empresas eléctricas.

Países Bajos también rechazó esta idea, por los posibles problemas que podría provocar a la seguridad del suministro. Argumentaron que, si existiera un tope europeo, las empresas energéticas optarían por exportar su suministro a otros continentes en los que pudieran sacar un mayor beneficio.